jueves, 24 de diciembre de 2009

Economizar

Como el muchovolumen es el vehículo destinado al transporte de infantes, los días que Harry tiene vacaciones y yo tengo que trabajar, o cuando tiene que recoger a Blancanieves, me llevo el Forfi a Coruña.

Después del shock inicial de tener que hacer un montón de cosas que el muchovolumen hace solo (encender las luces, por ejemplo) salgo del garaje (esto es más sencillo con el Forfi) y enfilo la carretera.

Cuando llevo un par de kilómetros me doy cuenta de que apenas veo por el parabrisas, está totalmente empañado. La salida del aire está cerrada, a cero.

El otro día me acordé de preguntarle.
- Oye, ¿a tí no se te empaña el cristal cuando cierras el aire?
- No, a mí no.
- Joe, mira que llevo años con este coche, y si no le pongo aire en el parabrisas, se empaña volando.
- Ya. Yo es que respiro poquito. No se puede andar consumiendo oxígeno a lo loco, hay que economizar.

Empecé a reirme pero se quedó tan serio que aún me estoy preguntando si era una broma. Que los gallegos son muy de economizar.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

¡Feliz solsticio de invierno!

La gente se sorprende cuando recibe mis postales de "Navidad" y se encuentra con la frase de arriba. Si es que soy atea y apóstata, ¿cómo voy a andar felicitando la Navidad? Hay que ser coherentes. Como mucho, a mis abuelas les escribo "Felices Fiestas". Las pobres lo del solsticio no lo iban a pillar. También felicito el año nuevo, por cierto.

Toda la decoración de mi casa en estas fechas - tan entrañables - es pagana. No pongo angelitos, ni belén, ni estrellitas de belén (de las que tienen estela). El árbol de Navidad es realmente un símbolo pagano. Bien que lo sabe mi abuela, que siempre le pone un belén debajo para compensar. Y si no te lo crees pregúntale a Google.

Hoy todavía estoy en el curro, pero luego tendré vacaciones hasta mediados de Enero. Si alguien piensa que en estas fechas - tan entrañables - voy a tener tiempo de actualizar el blog, que sepa que posiblemente no sea así. Tengo más tiempo en el curro, porque estoy "en playa". Eso no significa que me manden a contar granos de arena en Riazor, sino que estoy "sin proyecto". Tengo que venir todos los días a la oficina y sentarme delante del ordenador lo que dura mi jornada laboral (por suerte, sólo 5 horas) sin hacer nada productivo.

Harry ya está de vacaciones. Ayer fue a recoger a Blancanieves, que estará con nosotros una semanita. Les he dejado a los tres (el otro es el Peque) en la cama, pero no por mucho tiempo, que hoy viene Eva a limpiar (falta nos hace). También les he dejado en la mesa de la cocina la lista de cosas que tienen que hacer hoy. Una de ellas es ir a comprar los regalos que aún nos faltan (todos).

Vamos a pasar la Nochebuena y el día de Navidad con mis suegros, en Orense. Seguramente esas 24 horas me proporcionen material para varios posts, pero no sé si pasarán la censura.

Luego tendremos unos días para recuperarnos (falta nos va a hacer) y para Nochevieja nos vamos a Portugalete. Nos quedaremos allí dos semanas, hacer el viaje para menos tiempo nos da muucha pereza.

Si saco algún ratillo, entraré por aquí a ver qué se cuece. Hoy voy a intentar dejar unas cuantas entradas preparadas, a ver si funciona lo de la publicación retardada. Cortitas y tontorronas. Como corresponde a estas fechas - tan entrañables - .

Pues eso, que feliz solsticio de invierno y que os traigan muchos regalos (ya sea Olentzero, Papá Noel, Santa Claus, el niño Jesús o el tronco catalán) que eso no está reñido con ser ateo y apóstata.

martes, 22 de diciembre de 2009

Otro maleducado

Algunos igual no sabéis que he estrenado un muchovolumen hace poco. Antes de eso había sido la orgullosa propietaria de dos Forfis consecutivos. Hay muchas diferencias entre conducir el Forfi y conducir el muchovolumen. La más evidente es que el muchovolumen tiene un volumen mayor, osea, que ocupa más, osea, que no cabe en los mismos sitios en los que entra perfectamente el Forfi.

Esto es especialmente importante cuando lo tienes que meter/sacar del garaje, cuando intentas aparcar en línea (en batería no tanto) y cuando intentas conducir por una calle estrecha en la que la gente acostumbra a tocar los webos de sus semejantes "porque yo lo valgo". Me refiero a los doblefilistas.

Miren atentamente esta calle, cortesía de Google Street View. Fíjense bien que las líneas que hay pintadas a la izquierda de la calzada (no vamos a llamar asfalto a eso que en Coruña utilizan para hacer las calzadas, porque no lo es) son amarillas. Apenas se ven porque hay montones de vehículos aparcados encima, de forma antireglamentaria. Ahora imaginen ustedes que a la derecha hay una doble fila de coches aparcados en línea. El día que Google pasó por allí debía ser festivo, porque lo normal es que la haya.

Ahora imaginen ustedes a esta Bruja intentando conducir un muchovolumen por esa calle. Hay una furgo aparcada en doble fila y yo pienso "por ahí no paso". De repente viene un tío a la furgo, mete la llave en la puerta y la gira. Pienso "guay, va a salir; pues me espero". Pero entonces me percato de que el sentido de giro de la llave ha sido el contrario al esperado. Osea, el tío ha ido a cerrar la furgoneta. No va a moverla. Se retira. Toco el claxon. Echo los brazos al cielo (al techo del muchovolumen) y grito como una posesa. El tío no me oye, que llevo las ventanillas subidas, pero me ve y echa a su vez los brazos al cielo y dice (no le oigo, pero le leo en los labios) "¡¡pero si cabes de sobra!!". Y se pira.

Reconozco que cabía, de hecho, cupo. Tanto como "de sobra"... yo diría que no, pero bueno. Fui a paso de tortuga pero conseguí pasar por el hueco. El muchovolumen tiene un sensor de esos para aparcar, así que iba pitando como un loco, cagadito de miedo, el pobre. A mí me temblaban las piernas como en el examen del carnet de conducir (en los cuatro exámenes de coche y en los dos de moto). Pero en todo el tiempo que duró la maniobra no dejé de cagarme en sus muertos, deseando que detrás mío viniese un camión y se le llevase el retrovisor, el tirador de la puerta y los dos guardabarros (o defensas, que dicen por aquí).

Capullo.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Felicidades

¿Qué es un niño?
Es lo que hace que
el hogar sea más feliz,
el amor sea más fuerte,
la paciencia sea mayor,
las manos estén más ocupadas,
las noches sean más cortas,
los días sean más largos
y el futuro sea más luminoso.

Was ist ein Kind?
Das,
was das Haus glücklicher,
die Liebe stärker,
die Geduld größer,
die Hände geschäftiger,
die Nächte kürzer,
die Tage länger
und die Zukunft heller macht
Sonja Luther


Felicidades, mi querida Duende Verde.
Y también al padre. Va a tener razón Harry.



Malos humos

Empecé a fumar a los 15 ó 16 años, cuando iba al instituto. Eran otros tiempos, el tabaco no estaba tan mal visto, no había avisos en las cajetillas para que supieses que fumar provoca el 90% de los males de la humanidad. En los intercambios de clase, salíamos al pasillo y allí fumaba to'kiski. Yo quería ser guay, pero sacaba muy buenas notas, así que tenía que esforzarme para ser muy bestia y no parecer una empollona. Fumar era una forma de reivindicar mi derecho a ser tan "normal" como los que suspendían.

Al principio solo fumaba algunos cigarrillos al día. Ni siquiera compraba cajetillas completas, los compraba "sueltos". Pero con el tiempo el tabaco se convirtió en un agujero negro que se tragaba mi paga semanal.

Seguí fumando en la universidad, aunque allí me di cuenta de que había que gente que no fumaba. Vale que casi todos eran empollones, pero algunos incluso eran guays sin fumar. No muchos, tampoco nos engañemos.

Cuando entró en vigor la ley antitabaco, en el 2006, llevaba casi 20 años fumando, fumaba más de 20 cigarrillos al día y era de las que decían que vaya mierda de ley, que a quién se le ocurre, que ya verás como no se pone en práctica, qué van a hacer en las bodas, tendrán que poner sala de fumadores en las oficinas, vaya mierda de ley (eso lo repetía mucho).

Unos meses después empecé a ser consciente de hasta qué punto yo era adicta a la nicotina. En el trabajo salía a la calle, aunque lloviese, para echar un cigarrillo. Si una reunión duraba más de una hora, el único pensamiento que ocupaba mi mente era cuánto más iba a durar para poder salir a fumar. Si quedaba para comer con una amiga y no permitían fumar en el restaurante, no disfrutaba ni de la comida ni de la conversación.

Hacía ya tiempo que tenía la costumbre de despertarme en mitad de la noche y fumar. Al principio me despertaba el insomnio, y para coger el sueño leía un poco mientras me fumaba un cigarrillo. En pocas semanas, pasé de "despertarme y fumar" a "despertarme a fumar".

Decidí que quería dejar de ser adicta. No es que quisiese "dejar de fumar". Fumar no me parecía tan malo (también los no-fumadores mueren de cáncer, me decía) pero ser tan dependiente me parecía asqueroso.

Me iba de vacaciones a Egipto, con mi hermana. Dije a todo el mundo que iba a dejar de fumar a la vuelta. Todos se reían. Había una porra sobre cuántos días iba a tardar en recaer y no era muy halagüeña. Pocos apostaban a que durase más de una semana.

Como yo tengo una fé inmensa en los libros, y también porque pensé que ninguna ayuda estaría de más, le pedí a mi hermano el libro que le había regalado el año anterior, y que a él no le había servido de mucho: Es fácil dejar de fumar, si sabes cómo.

Lo empecé a leer en la cubierta de la barcaza que nos transportaba por el Nilo y lo terminé en un par de días. Entonces le pasé a mi hermana el tabaco que llevaba (para el viaje a Egipto llevábamos bastantes existencias, no fuera que se acabase) y le dije que ya había dejado de fumar. Me dijo que me lo guardaba, que sospechaba que se lo iba a pedir antes de volver.

Al día siguiente teníamos que hacer un largo viaje en autobús y en avión. No se podía fumar. Mi hermana buscaba sitios donde echar un cigarrillo. Yo pensaba "soy libre, es genial no tener que preocuparse nunca más por los cigarrillos". Tardé pocas horas en sentirme no-fumadora.

Unos par de meses después, en profundo estado de embriaguez y de depresión por una ruptura, me fumé un cigarrillo. Sabía asqueroso. Al día siguiente sentí el mono de nuevo. Y digo "el mono" porque no me apetecía un cigarrillo, pero sentía el cuerpo muy muy chungo. También podría ser por la resaca, claro.

No he vuelto a fumar. El olor del tabaco me da asco. Estoy deseando que salga la nueva-verdadera-y-remasterizada-ley-anti-tabaco. Cuando fumaba odiaba a los ex-fumadores como yo.

Bien, ahora viene lo que realmente quería contar.

El sábado nos fuimos Harry, Blancanieves, el Peque y yo a hacer comprillas a Coruña. El Peque tenía que tomar un bibe (ni pensar en darle papilla en público, necesitaríamos impermeabilizar el local) y nos fuimos a la única cafetería de la zona que sabíamos que era "sin humos", aunque el café más barato que tiene anda por los 2,50€. Cuando nos dijeron que no tenían microondas decidimos que era la última vez que íbamos, pero eso es otro tema.

El caso es que en una mesa cercana un pimpollo va y se enciende un cigarrillo. Llevaba rato haciendo el bobo con el cigarrillo y el mechero, y al final lo encendió. Harry se le acercó y consiguió que lo apagase, pero el tío se medio sonreía mirándome. Incluso dijo "no me mires con esa cara".

Voy a pagar el café a ese precio y encima aguantar tus humos. No te jode...

Capullo.



miércoles, 16 de diciembre de 2009

La mano que mece la cuna

Ayer por la tarde nos llamaron de la guardería. Que la Xunta dice que hoy no pueden abrir porque va a nevar. Según la propia Agencia Estatal de Meteorología, el riesgo de nieve en al franja costera de la provincia de A Coruña es "Sin riesgo". Estamos ahí, en la zona verde clarito.



Como corresponde a una localidad que está a 172 metros sobre el nivel del mar, no hay riesgo de que hoy nieve allí. Pero la guardería no puede abrir porque la Xunta es incapaz de distinguir Gaitabilich de Pedrafita do Cebreiro (a 1099 metros de altitud, provincia de Lugo).


Yo me he cogido una reducción de jornada, trabajo 5 horas diarias. Añade los viajes y resulta que el peque está casi 7 horas "solito". Mi madre vive en Portugalete (a 560 km) y mi suegra en Ourense (195 km). No pudiendo echar mano de las abuelas, nos tuvimos que plantear si contratábamos a una canguro o mandábamos al niño a la guardería.

7 horas diarias de canguro sale una pasta, pero el problema principal es que tiene que ser alguien de total confianza. Y cuando la chica que nos limpia en casa (que cumple ese requisito y muchos más) nos dijo que no le interesaba, nos pusimos a buscar guardería.

Hay una escuela infantil "pública" en Gaitabilich (se llamaba Galescola hasta que el nuevo gobierno dijo que el nombre tenía connotaciones nacionalistas) pero el sistema es tan jodidamente ridículo que no pudimos matricularle porque nacía en mayo y el plazo de inscripción acababa en abril. Así que le matriculamos en la "privada".

Aún así, todo el mundo nos decía que el niño se pondría malo un día sí y otro también, y que en las guarderías te lo mandan para casa en cuanto tiene una décima de fiebre. Así que necesitábamos un sistema de refuerzo para las emergencias. Alguien que le cuidase cuando estuviese malito pero no tan enfermo como para que yo dejase de trabajar.

Y claro, para las emergencias meteorológicas indiscriminadas de la Xunta.


Encontramos a una canguro y llegamos a un acuerdo según el cual cobraría una cantidad mínima todos los meses por estar disponible para nosotros, aunque no tuviese que cuidar del peque ningún día. Aparte, cobra los días que tenga que cuidarle. Osea, como una línea de teléfono, que pagas aunque no lo uses, pero más si lo usas.

He tenido que echar mano de la canguro porque la Xunta dice que es muy peligroso que los niños vayan hoy a la guardería en Gaitabilich, que va a nevar.

Capullos.

martes, 15 de diciembre de 2009

Apostasía

Estuve viviendo en Alemania unos cuantos años. Una de las primeras cosas que tuve que hacer fue inscribirme en el ayuntamiento para solicitar el permiso de residencia y el de trabajo, trámite nada sencillo porque, como la pescadilla que se muerde la cola, para conseguir uno necesitas el otro y viceversa. En fin.

Me acerqué al ayuntamiento con el que entonces era mi churri (alemán) para pedirlo. Yo apenas hablaba alemán, el churri me iba traduciendo. Que si nombre, fecha de nacimiento, lugar de nacimiento, bla bla bla. Y de repente:
- ¿Religión?
- ¿Cómo? Pero eso es privado, coño, es como si me pregunta si soy virgen.
- No, no es privado, lo necesitan para los impuestos.
- Estás de guasa.
- No, luego te lo explico. Dime la religión.
- Pero es que yo, de religión...
- ¿Estás bautizada?
- Sí, pero ...
- Pues católica.
Y me inscribieron como católica.

Ya ves, yo que fui la primera niña del cole que se negó a dar clase de religión en 1983 (había otras dos, pero eran testigas del Jeobá). Inscrita como católica. Snif.

El churri me explicó luego que en cada nómina el estado te descuenta una parte para sufragar a tu religión. No daba crédito. Nada de marcar la casillita en la declaración, no. Es una línea que aparece en tu nómina todos los meses.

Cuando ya llevaba más de un año allá me contó un compañero de trabajo que la cantidad que te quitan de la nómina no es igual para todas las religiones. Y lo más importante: puedes declararte atea/aconfesional y no te descuentan nada. ¡¡Dime dónde hay que ir para borrarse!! Pues al mismo sitio donde te inscribiste: al Ayuntamiento.

Días después me presenté en el ayuntamiento, frente a la misma señora que me había inscrito, y le expresé mi deseo de ser borrada de la lista de fieles de la Iglesia Católica. Fue fácil pero no gratis. Tuve que pagar una cantidad que, comparada con lo que me habían descontado en un año, era irrisoria.

Este trámite en España no es tan fácil. Mi abuela sigue diciendo que yo me habré "borrado" en Alemania, pero que en las listas españolas sigo estando. Y aunque me fastidie, supongo que tiene razón.

Me propongo, ahora que se acerca el fin de año, apostatar antes de que acabe el 2010. Y ayudar a Harry a que también lo haga. Os contaré por aquí mis avances.

De momento, entro en www.apostasia.es ...


lunes, 14 de diciembre de 2009

Los motes

Necesito un mote para mi medio limón, mi marido, mi esposo mantecoso. No quiero usar su nombre real ni decir "mi ...".

A su hija, ya lo habréis leído aquí, la llamo Blancanieves. A nuestro hijo le llamo el Peque. Me falta él.

Le he preguntado y me dice que él ya tiene mote. Claro, tiene uno. Cuando le conocí ya lo tenía. Pero es que es un mote que no le pega nada. No me gusta ni un poco.

Llevo semanas dándole vueltas al tema y no se me ocurre ningún mote adecuado. Así que voy a escoger uno de compromiso: Harry.

Este mote tiene la doble función de representar la imagen que él tiene de sí mismo (Harry el Sucio, por supuesto) siendo además el nombre del personaje de una de mis películas favoritas (Cuando Harry encontró a Sally).

Cuando intenté que viese la película conmigo se quedó dormido. No le gustan las comedias románticas.

Pero las protagoniza estupendamente.


De estreno

El viernes recogimos el coche nuevo en el concesionario. Es un coche de 7 plazas, como corresponde a una familia del tamaño de la nuestra, que además recibe muchos visitantes que no traen el coche propio.

Nos ha costado decidirnos pero al final parece que no nos hemos equivocado. Está bien el coche, aunque todavía no le hemos encontrado el botón para que salga agua por el limpiaparabrisas. Pero bueno, que en el manual (más gordo que Los Pilares de la Tierra) debe explicar cómo se hace. Será cuestión de leerlo. De momento hemos desactivado un montón de cosas que pitaban en el momento más insospechado y nos ponía nerviosos.

Estamos haciendo prácticas de meterlo y sacarlo del garaje. Es el primer garaje que veo en el que la puerta se cierra cuando un coche está en el medio. La puerta homicida ya nos ha dado un golpe. Hemos hablado con el administrador, el del seguro, los vecinos... Que esta semana corrigen el tema para que no se cierre a los 3 segundos de abrirse. Hasta entonces, el coche se tiene que quedar en la calle porque no tengo ganas de seguir golpeándolo. Hoy no llovía, así que no ha sido tan malo.

Incluso he podido aparcar en batería en Coruña, algo que no sucedía desde hace tiempo.

Vamos, que venía yo hasta la oficina la mar de contenta con mi coche nuevo.

Y entonces ha sucedido.

Oigo el mítico prom-prom-prom a mi izquierda. Y eso que tenía los auriculares de mi iPod en el fondo de mis orejas. Pero ese sonido supera todos los filtros. Espero a que pase mi posición y entonces miro.

Una Monster roja.

Prom-prom-prom. Sonido Ducati.

Lo conduce una tía, que ni siquiera lleva ropa de moto como es debido, incluso lleva un bolso colgadito del hombro. Con el frío que hace hoy (8 grados).

Encima del depósito, un número de móvil.

Ay. Si está en venta. Con lo difícil que es encontrar una Monster de segunda mano.

Mi mano se apresura hacia el compartimento de mi bolso donde guardo el móvil.

Me paro. No puedo comprarme moto ahora. Acabo de estrenar coche.

Dudo. La Ducati sigue sonando.

Prom-prom-prom.

Mi semáforo se pone verde. ¿Qué hago?

Me alejo. Mi mano todavía encima del móvil. Vuelvo la cabeza. Ya no puedo distinguir el número de móvil escrito encima del depósito.

Ay.

¿Os he contado que he estrenado coche? Estaba yo más contenta...

viernes, 11 de diciembre de 2009

El poder notarial

Hoy toca hablar del poder de los notarios, osea, del poder notarial. Y es que llevo ya dos semanas metida en una disputa entre dos notarios, uno en Euskadi y otro en Galicia. Iba a decir "uno vasco y otro gallego", pero vete tú a saber si no serán los dos madrileños, a pesar de los nombres y apellidos autóctonos.

Empecemos por el principio. Hace unos meses compramos una finca para construir en ella una vivienda. No trataba de especular aprovechando el crack inmobiliario, sino que realmente dicha vivienda debería ser la nuestra en cuanto esté acabada. O si algún día está acabada (sic).

El hombre que nos vendía la finca la había heredado de su madre. Para demostrarlo nos entrega una copia de la escritura que describe cómo se repartió la herencia entre él y su hermano. Pero la finca no está registrada. Esto no es, en absoluto, algo fuera de lo común, al menos aquí. Como yo antes vivía en un núcleo urbano no tengo ni idea de si en las campiñas vascas las fincas están registradas o no, pero nosotros vimos muchas fincas por aquí y la mayoría estaban sin registrar. El propietario nos propone saltarnos ese trámite para ahorrarse el coste, pero nosotros insistimos en que debe registrar la finca. Acepta, y de paso pone la finca también a nombre de su mujer. Tarda bastante más de lo que se había previsto (dos meses en vez de uno), pero todo parece en orden.

Algún tiempo después, solicitamos una hipoteca para construir la casa. El banco realiza una verificación registral y se encuentra con que la inmatriculación (osea, la primera inscripción registral) no será efectiva hasta que pasen dos años (artículos 205 y 207 de la ley hipotecaria). Durante esos dos años podría darse el caso de que alguien reclame la finca y tenga derecho a ella.

En el momento en que me lo comunicaron yo iba corriendo (bueno, vale, va... caminaba rapidito) por las calles de Coruña pero frené en seco, boqueé como un pez y casi se me cayó el móvil.

El banco nos exige que aportemos un aval durante el tiempo que esa limitación esté vigente. Insiste en que es un mero trámite necesario por motivos legales. Incluso lo denomina "paripé". Un aval. Qué mal rollo. Pero no queda más remedio.

Mi hermana se ofrece voluntaria para avalarnos. Como dice ella, pobre, si la embargan tampoco habrá mucho qué rascar. Pero ella está en Portugalete y no puede firmar la hipoteca en Galicia. Así que tiene que darme poderes para que firme yo por ella. Es un trámite bastante fácil, yo misma tuve que darle poderes notariales a mi madre cuando vendí mi piso de Portugalete, para no tener que desplazarme hasta allá a firmar.

Me pongo en contacto con una notaría de Portugalete y les cuento el caso. Me dan una dirección de email para que les mande la información y la documentación. Les escribo y les explico que en el poder tiene que especificarse que mi hermana nos avalará en una hipoteca
de hasta X euros, una cifra redonda.

Esa cifra redonda es lo que habíamos pedido pero, como nos tasaron un poco chungamente, el banco nos daba el 80% de esa tasación chunga, es decir un poco menos de X.

Un par de días después, mi hermana pasa por la notaría y firma. Me envían el poder notarial por correo certificado y se queda en la oficina de Correos de Gaitabilich hasta el fin de semana, porque abren de 8:30 a 14:30 y yo estoy en Gaitabilich de 8:05 a 14:45.

Cuando lo recojo me doy cuenta de que el poder notarial dice que mi hermana nos va a avalar en una hipoteca
de X euros. Pienso: pues va a ser que si nos avala en X, también nos avala en algo menos. Será que así también vale.

Unos días después nos vamos al notario a firmar las escrituras y nos dicen que hay dos problemas.

El primero es que según el catastro la finca mide A, según nuestra escritura de compra mide más que A y según el proyecto de la arquitecta, el topógrafo midió menos que A. Pero este problema no les preocupa mucho.

El segundo problema es que el poder notarial habla de la hipoteca de X euros. Y que el notario dice que no le vale. Y este tema les preocupa mucho más.

Intentamos convencerle, tanto nosotros como el director del banco que estaba allí con nosotros. Tres horas estuvimos en la notaría. Tuve que llamar a la guardería y avisar de que iba a llegar tarde a recoger al peque.

Me he pasado dos semanas intentando que el notario de Portugalete corrigiese un problema según él inexistente (insisten en que el poder original era válido). Acabo de llamar a la notaría de aquí y por fin tienen el documento corregido y parece que finalmente se va a poder tramitar todo el asunto.

No puedo decir quién de los dos notarios tiene razón. Realmente puedo imaginarme que la ley es ambigua al respecto y que depende de la interpretación de cada cual. Pero en esta contienda los perjudicados hemos sido los clientes. Yo me he pasado mucho tiempo colgada del teléfono (además del que pasé en la notaría) y mi hermana ha tenido que desplazarse dos veces a firmar. Teniendo en cuenta que por hacernos el poder notarial nos cobraron 42,58 euros y que por escriturar la hipoteca nos van a cobrar bastante más - todavía no sé por cuánto me va a salir la broma - voy a ir animando a mi hijo a que estudie para notario.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Provincias

Ya lo he dicho alguna vez, que antes vivía en la provincia de Bizkaia y ahora vivo en la provincia de A Coruña. Estas dos provincias tienen el -dudoso- honor de ser las únicas de la geografía estatal que son difíciles de ordenar alfabéticamente. ¿Que no lo entiendes? Pues es que son difíciles de ordenar porque depende de si escribes su nombre en castellano o en el "otro-idioma-oficial".

Cuando tenía que buscar Bizkaia en las listas de provincias (osea en los combos, que decimos los informáticos, porque nos gusta hablar de forma que nadie nos entienda - o eso me han dicho alguna vez) tenía que intentarlo en la B (Bizkaia) y en la V (Vizcaya). Y ahora, para buscar Coruña, aún es más chungo. Porque a veces está en la C (Coruña,A o bien Coruña,La), a veces está en la A (A Coruña) y a veces está en la L (La Coruña). A veces, incluso, está en el sitio de la L pero pone A Coruña. En fin, de todo he visto.

También tenemos el caso de otras provincias vascas que aunque no tienen el problema de la inicial, casi siempre aparecen en castellano. Y luego están las provincias que casi siempre aparecen en el "otro-idioma-oficial".

No sé cuantas veces he tenido que meter mi dirección en una página web. Pero a partir de ahora, las voy a documentar. De momento, aquí van las que he comprobado y los resultados obtenidos.

Hay 11 provincias cuyo nombre cambia dependiendo de si se usa castellano o el otro (idioma-oficial) y, por favor, corregidme si me equivoco:


A - en Euskadi: Bizkaia (Vizcaya), Araba (Álava) y Gipuzkoa (Guipúzcoa)
B - en la Comunidad Valenciana: Alacant (Alicante), Castelló (Castellón de la Plana) y València (Valencia)
C - Las Illes Balears (Islas Baleares o Baleares)
D - en Cataluña: Lleida (Lérida) y Girona (Gerona)
E - en Galicia: A Coruña (La Coruña) y Ourense (Orense)
Continuará...

Queda inaugurado

Esta es la primera entrada que escribo en este nuevo blog. Algunos ya sabéis que antes estaba alojado en otro dominio y estaba teniendo muchos problemas. Tantos que me servían de excusa para no escribir más a menudo. Ahora ya no hay excusa posible.

Bienvenidos los que llegáis desde mi antigua dirección.
Y también todos los demás.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Orujo (capítulo II)

Se acercaba la fecha de la boda y seguíamos sin tener el orujo.Teniendo en cuenta que algunas botellas se las teníamos que mandar a mi madre, empezaba a correr prisa. En agosto tenía unos días de vacaciones así que decidí hacerme los 50 kilómetros de autopista hasta la empresa para solucionar el asunto. En agosto tenemos a Blancanieves con nosotros. La llamo así porque soy su madrastra y las madrastras somos así, malvadas. Así que ahí nos fuimos las dos, en mi forito, a comprar orujo.

La fábrica está en un polígono industrial (que lo ponía en su página web). Pregunté a la única persona que encontré y finalmente dí con ella. Aparqué lo más cerca que pude de la puerta y me acerqué a la entrada de la tienda. Abro la puerta y ...joe, qué olor a alcohol. Bueno, normal, ¿a qué quieres que huela?, ¿a chorizo?

Hay una tipa detrás del mostrador, apenas se le ve el tupé. A la derecha una estantería con botellas. Voy al fondo y le digo a la tipa quién soy.
- Ah, sí. Mira, ya tengo preparadas aquí las botellitas.
Se levanta y sale de detrás del mostrador. Yo alucino un poco de que haya encontrado unos pantalones cortos y un top de su talla en alguna tienda del mundo. Lo mismo es que se cose ella misma sus trapitos. Perdón, el top era de ganchillo, así que no sólo cose sino que además tricota.

Se acerca a una caja que hay en el suelo y me la abre. Allá, en una caja suficientemente grande como para guardar un sofá de Ikea están mis botellitas, bailando y tintineando unas con otras. No es que no le pusiesen plástico de ese de burbujitas, es que no llevaba ni hojas de periódico en los huecos. Con razón no se hacen responsables de que no se rompan. Hay que ser burros.

En fin. Queda por encontrar un formato de envase en el que me sirvan los tres tipos de bebida. Me acerco a las estanterías y empiezo a comprobar los tamaños. Me doy cuenta de que los precios no están indicados en ningún sitio.
- Oye, ¿y los precios?
- Los precios los tengo yo aquí.
Vuelve a salir de detrás del mostrador, portando un folio. Se acerca a mí con el folio. No me lo tiende para que lo vea. No.
- ¿Qué precio quieres saber?
Pues más o menos todos, claro. Lo que quiero es saber si una botella de litro me sale 3 veces más baratas que dos de medio litro. Pero veo que eso no va a funcionar, porque cuando me acerco e intento mirar el contenido del folio, ella lo protege contra su -inmenso- pecho. Me armo de paciencia, esto va a llevar tiempo.

Cojo una frasca de la estantería, miro la etiqueta y pone "40cl".
- Por ejemplo, esta frasca de 40 cl...
- Es de 50cl.
Miro la etiqueta de nuevo. Yo tengo miopía pero de cerca nunca me habían fallado los ojos.
- Pone 40.
- Es de 50.
- ¿Me estás diciendo que la etiqueta está mal?
- Te estoy diciendo que es de 50.
Juro que ni siquiera pestañeó. Blancanieves, que conoce mi temperamento tempestuoso, me agarra la mano y susurra "tranquilaaaa". Es la caña. Tiene 10 años pero le da 100 vueltas al 90% de la gente adulta.

- Bueno, vale, pues esta frasca de 50 cl, ¿qué precio tiene?
- Con el licor de alcachofa, tantos euros.
- Y con el de lechuga?
- Ah, no, con el de lechuga no hay ahora.
Había dicho ya que es la fábrica, ¿verdad?
- ¿No me lo podéis sacar de la fábrica?
- No, porque no hay etiquetas.
Vale. Ahí ya me quedé sin palabras. Yo estaba considerando la problemática de combinar distintos tipos de licores con distintos tipos de envases. No había considerado la tercera variable de la ecuación: las etiquetas. De todas formas, visto que ponían etiquetas de 40 en frascas de 50, no entendí porqué de repente la carencia de etiquetas adecuadas preocupaba a la rubia. Pero le preocupaba, le preocupaba tanto que se negó a darme los precios de las combinaciones que no podía suministrar correctamente etiquetadas.

Tuve que repasar prácticamente la totalidad del muestrario para conseguir un envase en el que me pudiesen suministrar los tres licores que yo quería. Y al final tuvo que ser la botella de medio litro. Yo ya no tenía claro ni cuánto me iban a costar, me dolía la cabeza del olor a alcohol y empezaba a temer que Blancanieves se pillase el primer pedo de su vida por intoxicación dérmica.

Cuando le dije cuántas botellas quería, se dio cuenta de que no tenía bastantes en las estanterías, pero llamó a la fábrica para que trajesen las que faltaban. Mientras llegaban, había que hacer cuentas. La factura de las botellitas que ya tenía listas estaba ya hecha. De las que cogí allá me dijo el importe total de viva voz. Le pedí por favor que me lo sumase todo.
- ¿Lo vas a pagar todo junto?
Mujer, no voy a dejar que Blancanieves pague una parte, la pobre no tiene edad para beber.

Me dice el total de los totales. Yo saco una tarjeta de débito de mi cartera y la pongo sobre el mostrador.
- Uf.
- Uf, ¿qué?
- Que no sé si te voy a poder cobrar con tarjeta, porque aquí no tengo cobertura.
En el trascurso de la negociación yo había llamado dos veces al padre de Blancanieves para comunicarle las opciones y pedirle opinión. Él había notado que mi tono al teléfono era un poco forzado y había preguntado si estaba teniendo problemas. Le había dicho "luego te lo cuento, luego te lo cuento". El caso es que cobertura había. Habría que ver si el datáfono funcionaba con una línea de teléfono fija o realmente necesitaba cobertura. Pero aunque así fuese, había cobertura.
-Pues espero que puedas, porque no llevo tanto dinero en efectivo. Y en este polígono industrial no creo que haya muchos cajeros.
- Bueno, lo voy a intentar, a ver si hay suerte.
La hubo. Menos mal.

En estas viene un tío con una caja por una puerta trasera y la pone en el suelo. En esta no cabía un sofá de Ikea, cabía un tresillo. A botellas más grandes, cajas más grandes. Lógico, ¿no? Bueno, metemos todas las botellas en la megacaja. Esto va a pesar y Blancanieves no puede ayudarme.

Empecemos por la otra caja que pesará menos. La levanto sin problemas. Bueno, sin problemas no. Las botellitas tintinean a lo loco. Estas no llegan hasta casa enteras. Ayayayay. Blancanieves me abre la puerta de la tienda. Camino a paso de caracol reumático hasta el coche. Dejo la caja en el suelo para abrir el maletero, que mi forito se abre girando la llave, es un cutre. Las botellas tocan una sinfonía. Abro el maletero, levanto la caja, la meto dentro del maletero. Cojo una toalla que siempre llevo en el maletero, una vieja costumbre de cuando tenía perro. La remeto entre las botellitas hasta que dejan de tintinear. Venga, esta ya está.

Volvemos a la tienda, cojo la caja megagrande. No tintinean, tontonean, suenan a campanadas de Nochevieja. El mismo proceso pero el maletero ya está abierto. Ya no me quedan toallas. Me quito la chaqueta, se la quito también a Blancanieves, busco en mi bolso y uso un paquete de kleenex, la funda del móvil, hojas que arranco de la agenda. Bueno, esto ya casi no suena. Pero de aquí a casa hay más de 50 kilómetros.

Milagrosamente, llegaron todas a casa. Y las botellitas pequeñas, debidamente embaladas, llegaron a Portugalete sin problemas. Y el día de la boda llevamos al hotel las grandes y tampoco se rompió ninguna. Milagrosamente.

Unos meses después, mis hermanos vinieron a visitarnos y quisieron comprar orujo. Y querían ir a conocer a la rubia, así que volvimos a visitar la fábrica. Os lo cuento otro día.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Orujo (capítulo I)

Cuando estábamos preparando la boda se nos ocurrió que el famoso regalo de la madrina debería ser algo un poquito más útil que un cepillo plegable para el bolso. Además teníamos el tema del "puro de los pasteles".



En mi tierra es tradición que se envíe unos pasteles a todas aquellas personas que no vienen a la boda pero que te hacen algún tipo de regalo. Normalmente eso incluye a las vecinas de toda la vida de tu madre, los compañeros de trabajo, los padres de tus mejores amigos, etc. Y tradicionalmente se acompañaban los pasteles con un puro, pero en esta época de ex-fumadores (entre los que yo me encuentro) lo del puro no está tan bien visto.



Así que pensamos que estaría bien mandar una botellita de orujo con los pasteles. Poco más que el tamaño mini-bar, vamos. Y para los invitados, para no liarnos, pues más orujo pero en botellas más grandes. Más útil que el cepillo sí que es, ¿no?.



En nuestro caso, puesto que a la boda solo iban a venir los familiares más cercanos (abuelos, padres y hermanos), la lista de los pasteles empezaba a ser mucho más larga que la lista de invitados. Los pasteles no los íbamos a enviar desde Galicia, claro, llegarían un poco rancios a Bilbao. Los iba a mandar mi madre desde allí.


Teníamos que mandar las botellitas a Bilbao para que mi madre las llevase a la pastelería y las "adjuntasen" a cada bandeja de pasteles.


Una vez decidido que iba a ser orujo, no teníamos duda de qué marca queríamos. Hay una marca de orujo que tiene un logo parecido al de mi nick, y que además hace una crema de orujo buenísima. Localizamos un comercio en Coruña que vendía esa marca y nos acercamos a preguntar. Nos informaron del precio y de los distintos tamaños, y nos dijeron que nos pasásemos "más adelante" porque todavía faltaban muchos meses para la boda y ni siquiera sabíamos el número aproximado de invitados ni de pasteles. Nos dijeron que bastaba con que fuésemos un par de meses antes.



Como la boda era en Septiembre, esperamos hasta Julio para volver a pasar por la tienda. Lo malo fue que la tienda cerraba en Julio. Qué suerte tenemos. Esperamos pacientemente todo el mes y volvimos a ir cuando abrieron. Pero en cuanto les dijimos para qué fecha lo necesitábamos, nos dijeron que imposible, que ya no había tiempo.


Buscamos en internet y, mira tú por dónde, que la marca de orujo tiene página web. Y que tiene un apartado que pone "Tienda".
Acabo de acceder y han cambiado el portal totalmente, así que no sé si ahora seguirá pasando lo que nos pasó hace más de un año. Lo mismo ya lo han arreglado.
En el portal había una lista de las distintas bebidas y una lista de "envases" (botellas y frascas de distintos tamaños). Incluso tenían una opción de "Bodas" en la que podías personalizar las botellitas con una etiqueta conmemorativa del evento. Esta opción solo estaba disponible a partir de cierta cantidad, a la que nosotros ni nos acercábamos, así que la tuvimos que descartar. Pero de todas formas, nos pareció genial porque daban la posibilidad de enviar tu pedido a dónde quisieses, sin cargo alguno.



Estuvimos consultando todas las opciones y configuramos un pedido. No había forma de hacer el pedido en plan "carrito de la compra", pero te abría una ventanita para enviar un correo a la empresa. En esa ventanita nos afanamos en escribir lo que queríamos: tantas botellitas pequeñas (el tema de los pasteles) de 3 licores distintos y tantas fasquitas medianas (para los invitados) de esos mismos licores. Indicábamos también que las botellitas pequeñas tenían que enviarlas a Portugalete, a nombre de mi madre, a la calle tal, nº cual, etc, etc. Que las medianas las íbamos a recoger in-person y que en ese momento pagaríamos la totalidad del pedido. Dábamos nuestros datos, un número de teléfono y una dirección de email. Vamos, que casi tuvimos que usar lenguaje sms porque en la ventanita ni nos cabía tanta información.


Yo ya llevaba casi un año en Galicia, pero reconozco que pensé "bueno, ya está, no creo que esto funcione a la primera pero nos contactarán y después de un par de llamadas/emails conseguiremos las botellas". Al fin y al cabo, no se trataba de un organismo público, sino de una empresa privada que supuestamente está interesada en vender sus productos. El que entonces era, aún, mi futuro marido dijo que, por si acaso, al día siguiente les iba a llamar para asegurarse de que habían recibido el pedido y de que no había problema. Bueno, vale, llama, no sea que el mail se haya perdido en el ciberespacio, que el portal está hecho unos zorros y vete tú a saber si eso funciona.



Al día siguiente les llama y habla con un tío que le dice que sí, que vale, que ha recibido el email. Que tranquilos, que no hay problema, pero que llamemos al cabo de unos días y nos cuenta cuándo nos podemos pasar a pagar y eso. Vale, chachi.


Al cabo de unos días llamo, pero no me coge el teléfono el mismo tío. Me lo coge una tía estresada que ya desde el primer momento me dio mala espina. Bueno, venga, soy un cliente y quiero comprar, esto tiene que ser fácil. Ja, qué panoli soy. La tía empieza fuerte, porque me dice ya desde el principio que no sabe de qué pedido le hablo, que el tío se ha pirado de vacaciones y que le ha dejado todo manga por hombro, que se está volviendo loca. Que ese tío es un irresponsable, que a todo dice que sí, pero que no, que no te creas tú que va a ser tan fácil hacer esos pedidos de los que me hablas, vamos.


- Bueno, a ver, qué querías exactamente.
- Vale, mira, hicimos el pedido con este nombre, este día, a través del portal. Te tiene que aparecer.
- Sólo con esos datos, imposible. No lo voy a encontrar.
- Qué quieres que te diga? Cuando lo envié no me contestó diciendo "su número de pedido es el 666". Búscalo, no sé.
- Sí, bueno, que lo busque, ¿tú sabes cuántos pedidos tenemos? Cientos y cientos!! Que lo busque, dices, no puedo buscar entre cientos de pedidos.
- Joe, claro que no puedes buscar uno por uno, por eso te estoy dando el nombre del cliente y la fecha en la que hicimos el pedido. Solo hace 5 días de eso.
- Que no, que tenemos cientos de pedidos y no puedo buscar solo con esos datos.
- Pero ¿qué datos quieres?
- Quiero que me digas exactamente cuántas botellas de cada licor y de cada tamaño.
- Pero tía, eso significa que quieres que te vuelva a hacer el pedido!!
- Sí, casi mejor que lo vuelvas a hacer.
- Joe, pues es que no me acuerdo de lo que pedíamos. Lo tengo en casa, y ahora estoy en el curro.
- Bueno, pues nada, ya me llamarás cuando lo sepas.
Ojiplática me dejó.



Al día siguiente vuelvo a llamarla con mi lista de licores y medidas.
- Hola, mira, que soy la de ayer, que apuntes lo que queremos.
- Vale, espera.... ya, dime.
- De las botellitas pequeñajas, queremos tantas de licor de alcachofa, tantas de lechuga y tantas de espinacas.
- Vale.
- Y esas botellitas tenéis que enviarlas a Portugalete, Bizkaia, a nombre de...
- Uf.
- Uf, ¿qué?
- Que yo si quieres te las envío, pero siempre que mandamos esas botellitas se rompen.
- ¿Cómor?
- Y mira que hemos probado ya con distintos servicios de mensajería, pero nada, se rompen siempre. Yo si quieres te las envío, pero no me hago responsable de cuántas se rompan.
- ¿No te haces responsable?
- No.
- ¿Pero las embaláis o las metéis en una bolsa de plástico? Porque si se rompen siempre...
- Tú misma. Yo no me hago responsable.
- Jo, pues nada, deja, las enviaré yo. No es plan de que lleguen todas rotas.
- Tú misma.
- Luego también necesitamos de las frascas de 70 cl, tantas de alcachofa, tantas de lechuga y ...
- No.
- No, ¿qué?
- Que no va a poder ser. Que de ese tamaño no tenemos el licor de lechuga.
- Pero si en el portal pone que sí tenéis!!!
- Ya, el portal.
- Ya, el portal, ¿qué?
- El portal es muy viejo, no te fíes del portal, que lleva mucho sin actualizarse.
- Pero ¿cómo que no me fíe?
- Que no te fíes. Tú dime lo que quieres y yo te digo si puede ser o no.
- ¿Me tomas el pelo?
- No te entiendo ¿por qué?
- Porque esto parece una broma, de esas que gastan en la radio por la mañana.
- Bueno, tú misma. Pero ya te digo que de esas frascas no puede ser.
- Entonces que no sean frascas, que sean botellas de 70cl.
- No.
- No, ¿qué?
- Que en formato botella no tenemos el de alcachofa.
- ¿Seguro que no es una broma?
- No te entiendo.
- ¿Tienes algún formato en el que me puedas servir los 3 tipos de bebida?
- La botella de litro.
- Joe, es un poco grande, ¿no tienes nada más pequeño?
- Mira, no sé, tendría que mirarlo, mejor te pasas por aquí.



"Mejor te pasas por aquí". No sé cuántas veces me habrán dicho esa frase en estos 2 años. Cienes y cienes.



- Bueno, vale, me paso la semana que viene, que tengo vacaciones.
- Yo te preparo las botellitas pequeñas y el resto ya lo coges cuando vengas.
- Vale, vale.



A la semana siguiente fui. Os lo cuento otro día.



martes, 10 de noviembre de 2009

Vidas paralelas

Hay una mujer que se llama como yo (nombre y primer apellido). Vive en Donosti (San Sebastián) y también ha tenido un hijo este año. Que por qué lo sé? Porque me llegan sus emails. Debe de tener una dirección parecida a la mía y... o bien se equivoca al dársela a sus contactos, o bien sus contactos se equivocan al escribirla.

O bien lo hace a propósito cuando quiere librarse de alguien. Como cuando alguien te pedía el número de teléfono antes de la existencia de los móviles. Dabas uno inventado en vez de explicarle al plasta de turno que no tenías ninguna intención de mantener ninguna relación con él... ni siquiera por teléfono. Ahora el tema debe ser mucho más complicado. Porque según se lo estás dando lo escriben en su móvil, le dan a llamar y te dicen "así te queda una perdida y tienes el mío". Si tu móvil no empieza a sonar... ahí es cuando no te queda otra que ponerte borde... digo... sincera.

Hoy he recibido un email de una piscina de Donosti que le daba a mi tocaya información sobre los cursos de natación para bebés. He tardado un rato en darme cuenta de que el correo no era para mí, porque este mismo sábado yo pregunté en la piscina de Gaitabilich por esos mismos cursos. Luego he pensado que es poco menos que imposible que la piscina de Gaitabilich me contestase con un email. La posibilidad de hacer gestiones por email en Gaitabilich es prácticamente nula. Aunque esto es extensible, por desgracia, a todo Galicia. Pero de eso hablaremos otro día.

Es curioso que haya alguien con mi mismo nombre y apellido. No tengo un nombre corriente. Es un nombre en euskera y no es de los habituales. No como mi hermano, que desde que hay un portero del Madrid que comparte nombre con él ya no tiene que deletrearlo cuando sale de Euskadi. El mío es menos oído. Aunque ahora hay una serie de televisión vasca, que se emite en un canal estatal y en la que hay un personaje con mi nombre. Pero no tiene mucha audiencia, así que sigo deletreando cuando no estoy en Euskadi. Que en mi caso es el 99% del tiempo, claro.

Lo que ya es mucha casualidad es que esa mujer, tocaya mía, haya sido madre este año, más o menos por las mismas fechas que yo. De un niño, para más coincidencia.

Y lo que ya raya en lo surrealista (¿¿¿por qué el corrector ortográfico de Google no conoce esta palabra???) es que también le apunte a clases de natación.

No he conseguido contactar con mi tocaya. Lo he intentado, que conste. Siempre contesto a los emails que me llegan por error. Incluso hubo una vez que tuve que lidiar con un tío que no acababa de creerse que estaba escribiendo a la persona equivocada. Insistía e insistía en darme referencias porque pensaba que yo no me acordaba de él. Creo que a ese al final le puse en la lista de contactos "nodeseados". Se me acabó la paciencia. Ahí fue cuando empecé a pensar que mi tocaya lo hacía a propósito. Parecía de esos tíos a los que le dabas un número de teléfono falso.

Pero por muy irritante que fuese aquel hombre, fue mucho peor lo que le pasó a mi medio limón (marido suena taaaan burgués) con un tocayo. Leyendo un domingo La Voz de Galicia tuvo un susto terrible. Tengo que decir que yo no conozco otro periódico en el que se publiquen nombres completos para contar las noticias. Me parece innecesario además de peligroso. En esta ocasión, daban cuenta de como un hombre, ourensano como él, de la misma edad que él, divorciado (era su estado civil en aquel momento), con una hija de la que la ex-mujer tenía la custodia (coincidía también) había sido sentenciado a pagar una indemnización sustanciosa a su ex-mujer en concepto de atrasos en el pago de la pensión. El nombre y el primer apellido coincidían. El pobre llamó a su abogada (era domingo por la tarde, como digo) a punto de darle un patatús, para preguntar si la noticia se refería a él. No era así, evidentemente. Pero supongo que hubo personas que leyeron la noticia ese domingo y creyeron que sí lo era. Puede que incluso su ex-mujer hiciese una lista de cosas que se iba a comprar con ese dinero. Je, je, je.

Hace algunas semanas estuve en Portugalete con el niño, se puso malo y lo llevé al médico. Tenían problemas para darme cita porque cuando metían su nombre y dos apellidos les salía otra persona y la funcionaria de turno no sabía cómo indicar que no era él. Otro día hablaremos del servicio de salud vasco ... y del gallego.

En Gaitabilich, que yo sepa, no hay nadie que se llame como él. Le hemos puesto un nombre en euskera. Pero cuando ya lo teníamos elegido nos enteramos de que también lo utilizaban en una serie de televisión. Y esta sí que tiene audiencia, por lo visto. Me han dicho que ha ganado un Ondas o algo así. A ver cuántos hay con su nombre dentro de unos meses...

Tocaya! Espero que lo pases muy bien con tu peque en la piscina. A ver si un día quedamos y chapoteamos los cuatro juntos.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Como el agua del vino

Yo vivía en Portugalete, un municipio de Bizkaia que apenas tiene 3 kilómetros cuadrados y en la que nos apretábamos (pero sin rozarnos mucho, que somos vascos) más de 48.000 personas. Más de 15.000 habitantes por kilómetro cuadrado. No es para tanto, no te creas, en los noventa éramos más de 55.000. El precio disparatado de los pisos hizo que muchos se mudasen a otros municipios. También hizo que se prodigasen los "hijos de más de 30 años que viven en casa de sus padres". Hay montones de ellos.



Ahora vivo en Gaitabilich, un pueblo de la Costa de la Muerte (provincia de Coruña, por si no lo sabías - yo tampoco lo sabía hace unos años) que tiene 125 kilómetros cuadrados de extensión y sólo 11.000 habitantes. Haz la cuenta: menos de 90 habitantes por kilómetro cuadrado. Hay sitio de sobra. Sitio para vivir, incluso sin rozarse ... ¡y para aparcar!



En Portugalete hay metro, tren de cercanías, y más de 15 líneas de autobuses regulares. Y si tienes la suerte de aparcar cerca de casa te pasas días intentando no utilizar el coche si no es altamente imprescindible e indispensable. Porque esa potra no la vas a tener dos veces en el mismo año.



Cuando miro por la ventana de mi piso de Gaitabilich veo algunas casas unifamiliares, un par de bloques de pisos, plantaciones de maíz como para rodar pelis de miedo y muuucho verde. Cuando miraba por la ventana de mi piso de Portugalete veía el diseño de las cortinas del piso que tenía enfrente, a pocos metros. Si miraba hacia abajo veía una calle de dirección única en la que la dirección era nula, porque siempre había coches aparcados en doble fila que te impedían circular.



En Portugalete hay decenas de bares y cafeterías donde tomarte un café o una cerveza un lunes cualquiera. Algunos en esa misma calle de dirección nula. En la mayoría de locales de Gaitabilich que abren los lunes yo sería la única mujer aparte de la camarera, y también la persona más joven (camarera incluida). Otro tema es el finde, que me han dicho que en Gaitabilich hay mucha marcha, pero aún no he tenido el placer de comprobarlo. Eso sí, por el precio de un café en Portugalete, en Gaitabilich puedo tomarme una cerveza, y me regalan un pintxo. Por el precio de un pintxo en Portugalete... no, no me llegaría para comer en Gaitabilich, tampoco nos pasemos.



Me mudé a Galicia hace más de 2 años. Casi todas las semanas hay algún momento en el que pienso: "esto es totalmente distinto". Si además tenemos en cuenta que en estos 2 años me he casado, he tenido un hijo, he vivido en dos pisos distintos, he comprado una finca y he empezado a construir una casa... las anécdotas son numerosas.



En muchas ocasiones las diferencias entre Portugalete y Gaitabilich son sólo eso, diferencias. Las cosas son diferentes sin ser mejores ni peores. Pero también hay veces, sobre todo en las ocasiones en las que he tenido que hacer gestiones administrativas (ayuntamientos, proveedores de agua, luz, teléfono... y la joya de la corona: el Sergas!) en que echo de menos mi antiguo hogar, pienso que esto debe pertenecer a otro plano astral y que nunca me voy a acostumbrar. Y hay veces (menos llamativas, pero abundantes) en las que reconozco que he ganado en eso que llaman "calidad de vida".



Hoy caminaba el trecho que hay desde el sitio donde normalmente aparco el coche y la oficina (unos 15 minutos a pie, Coruña tiene problemas de aparcamiento semejantes a los de Portugalete) y a mi izquierda estaba la playa de Riazor. El mar estaba enfadado. Mi hermano que es "surfeiro" sabría decirte cuántos metros medían las olas. Yo sólo sé que daban miedo. Y que molaba. Molaba mucho.