jueves, 28 de julio de 2011

El teléfono descacharrado

Terracita frente a la playa #1
- Hola, ¿qué os pongo?
- Dos Shandys
- Qué egoísta
- ¿Cómo?
- Que tengo Mixta (señalando el servilletero con la publi)
- Ah, pues vale, dos Mixtas entonces

Terracita frente a la playa #2
- Hola, ¿qué os pongo?
- Dos Shandys
- Mixta
- Ah, pues vale, dos Mixtas entonces
- ¿Y de beber?
- ¿Cómo? ¡Pues dos Mixtas!
- No tengo
- ¿Pero cómo que no tienes?, si acabas de decir...
- No, no. He entendido que queríais dos sandgüichs, y os preguntaba si mixtos, osea, de jamón y queso
- ¿Pero no tienes ni Shandy ni Mixta? (señalando el servilletero con la publi)
- No, pero os puedo poner una cerveza con limón si queréis.

Teníamos que haber pedido orujo.

jueves, 21 de julio de 2011

eBook

Hola, me llamo Bruja Naranja y no sé qué chisme comprarme para dejar de gastar en libros de papel.
¡¡¡Te queremos Bruja!!!

Con un poco de sonrojo, voy a sodomizar este blog y usarlo para recopilar información. Ya empecé en Twitter pero oye, con tan pocos caracteres la cosa es complicada.

Tengo un desconocimiento total del tema. Tanto que no sé si se llaman eBook, o si el eBook es un libro digital concreto, no el lector. Es más... y esto os va a poner los pelos como escarpias... me da igual cómo se llame. Uf, hoy estoy que lo tiro. Qué valor, qué arrojo...

No tengo ni tiempo (bueno, ni ganas tampoco) de buscar la información en Internet. El proxy corporativo me tiene capadas tantas páginas que tampoco podría hacerlo desde el curro. Y en casa no hay proxy, pero está el Peque, que me tiene capadas un montón de actividades. No veas lo que le molan algunos de vuestros avatares del Twitter. Más mono, cuando los señala en mi teléfono táctil y lo vuelve loco...

Quiero que me contéis si tenéis, cuál tenéis y si os mola o no. Me preocupa enormemente que me pase como a mi amiga L: se compró uno que no es compatible con los formatos más usados y apenas lo utiliza. Si me compro uno y no lo uso, tendré que oir a Harry farfullar cada vez que me vea con un libro de papel. Y eso me estresa solo de pensarlo.

Esto es toda una declaración de vagancia y caradura. Bueno, no soy perfecta. Pero soy agradecida. Dadme la oportunidad de demostrarlo.

Gracias por adelantado y tal.

martes, 19 de julio de 2011

Códigos de barras

Lunes, Eroski del centro comercial de mi pueblo.
Voy de compras con mis padres. Ellos hacen la mega compra mensual. Yo voy a por un par de tonterías. Llevamos al Peque, así tiene más emoción.

Encuentro un cojín de esos que sirven para ponerles a los niños en el coche y que no parezca que se van a dislocar el cuello. Una almohada cervical, se llama.



Sé que los cuellos no se dislocan. Pero cuando miro por el retrovisor y le veo la postura que tiene cuando se queda dormido, parece que vaya a tener tortícolis. El cojín en cuestión cuesta 15€, así que lo meto en un carro, porque mis padres llevan dos y me han dejado una esquinita en uno de ellos.

Un buen rato después, yo he comprado cuatro tonterías y mis padres han llenado los dos carros.

Llegamos a la caja. Delante nuestro hay una señora con un carro lleno. Que se da cuenta de que no ha pesado los langostinos. Y se va a pesarlos mientras la cajera aprovecha la circunstancia para explicarle a una compañera que tomaba notas cómo se hace para dejar un ticket abierto y cobrar el siguiente.

La compañera novata tenía ya una edad, y yo empiezo a imaginar porqué está aprendiendo a ser cajera. Será que era cajera del Carrefour y ahora se ha ido al Eroski y solo tiene que aprender las cosas que sean distintas. Será que por fin ha echado de casa a sus hijos (todos ellos cumplieron 30 hace años) y ha decidido volver a ser cajera, lo que era antes de casarse, cuando las cajas registradoras eran otra cosa. Será que lleva muchos años siendo charcutera del Eroski y la han reciclado a cajera. Que será, será.

La cajera va cobrando las cosas de mis padres. Y se da cuenta de que solo han cogido un bote de mahonesa, pero ahora hay una oferta 2x1 y claro, falta el segundo bote. Mi padre corre raudo a por otro bote de mahonesa. Es un decir, porque sigue usando muletas desde la operación del pie.

La señora de los langostinos vuelve, pero la cajera le dice que tiene que esperar a que acabe con mis padres.

Vuelve mi padre con la mahonesa, pagan todo. Pienso que ahora que ya solo les queda un hijo en casa siguen gastando en el súper tanto como antes.

La cajera acaba de cobrar a la señora de los langostinos. Me toca, me toca, me toca.

La cajera va pasando mis artículos, casi todos de textil. Yo los meto en una bolsa. Me dice cuánto es pero, como siempre, ni la escucho, le doy todas las tarjetas (la de pagar, la de los puntos, el dni) y firmo el ticket.

Nos vamos.

En el coche pruebo el cojín. Al Peque no le gusta pero pienso que se le pasará.

Al llegar a casa abro el paquete de pijamas de verano del Peque y veo que son para 3 meses. Qué bien. Debía estar drogada cuando los compré.

Martes, Eroski del centro comercial de otro pueblo.
Aprovecho que estoy en un centro comercial que tiene Eroski para devolver los pijamas que no le valen al Peque. Cuando miro el ticket me doy cuenta de que pone "COJÍN LACTANCIA, 49€". Estoy un rato mirándolo hasta que lo proceso y pienso... esto está mal.

Definitivamente, debía estar drogada.

Miércoles, casapadres.
He encontrado el cojín en el coche, pero venía en una bolsa de plástico transparente con cremallera y la bolsa no aparece. Busco por todos lados y sigue sin aparecer. Teniendo en cuenta que hemos traído tantas cosas que Harry pensó que le abandonábamos para siempre, es normal que no lo encuentre. Al final aparece metida dentro de una maleta que debería haber estado vacía. En fin.

Jueves, Eroski del centro comercial de mi pueblo.
Tengo el cojín dentro de su bolsa y el ticket. Hemos hecho un viajecillo y el Peque no quería ni ver el cojín. En vez de reclamar el dinero, empiezo a pensar que sería mejor devolver el puto cojín, pero la bolsa está un poco arrugadilla y se nota. Bueno, a ver si cuela. Me acerco al mostrador de atención al cliente.
- Hola, buenas tardes. Es que verás, compré esto el lunes y en el ticket pone que cuesta 49 y yo creía que costaba 15 y no lo entiendo muy bien.
- Ah, sí, espera, que comprobamos.
Le pasa el lector de código de barras al cojín. El código de barras está en un cartón dentro de la bolsa de plástico.
- Pues me dice "COJÍN CERVICAL, 15€". Qué raro.
- Bueno, será que ya habéis corregido el error. ¿No puedes consultar si el lunes tenía otro precio?
- Yo no, pero espera que llamo a una compañera y lo mira.
Llama por teléfono a una compañera que se persona a mi lado.
- Hola, buenas tardes. A ver, ¿es este el cojín? ¿Y el ticket? Ah, vale, un segundo.
Habla por teléfono, me mira, parece un poco mosca.
- Es que... en este ticket no sale el código de barras de este cojín, sino un código de barras de un cojín de lactancia que cuesta 49€.
- Eso quiere decir que no compré este cojín, sino otro. Vaya, pues no puedo demostrarte lo contrario, claro, pero es muy raro.
Yo notaba que mis mejillas enrojecían por momentos. Con las pruebas delante, parecía que yo estuviese intentando estafar a Eroski, comprando un artículo de 49€ y devolviendo uno de 15. Y cuando más me explicaba menos creíble sonaba todo.

La buena mujer, que no había cambiado el tono amable en ningún momento, pululaba con el teléfono por la zona mientras yo empezaba a entrar en un bucle neurótico. Junto al dichoso cojín había un papelito en el que la buena mujer habían apuntado el código de barras que aparecía en mi ticket. De repente, vi la luz: el cojín tenía una etiqueta de tela con un código de barras. Uno distinto del que estaba impreso en el cartón de la bolsa. Y coincidía con el del papelito. El fabricante había puesto dos códigos distintos en el mismo artículo, y la cajera había pasado el código de barras equivocado. El fabricante debía estar drogado.

Aclarado todo el asunto, la buena mujer me explicó que iban a devolverme el dinero igualmente, aunque no hubiésemos encontrado el problema. Pero puesto que era evidente que no era culpa mía, me obsequiaron con varias muestras de cereales y me pidieron disculpas. Los cereales estaban muy ricos, al Peque le han gustado tanto que ha aprendido una palabra nueva: PIC (=chocapic).

Así que tengo que decir, por una vez, que algunos servicios de atención al cliente funcionan estupendamente bien. Y eso me reconforta muchísimo.

jueves, 14 de julio de 2011

Amigas

A lo largo de mi vida he dicho varias veces una frase: "es imposible perder un amigo; si lo pierdes, es que no era un amigo". No sé si sigo creyendo en esa frase tanto como antes.

La mayoría de la gente tiene amigos de la infancia. Yo no. No me resulta nada fácil encontrar gente con la que me entienda lo suficientemente bien como para meterlos en la categoría de amigos. Me puedo llevar bien con mucha gente, pero no me entiendo con casi nadie. La diferencia puede parecer sutil pero no lo es en absoluto. De modo que la mayoría de mis grupos de amigos han sido, en realidad, conocidos. Y me he mudado tantas veces a lo largo de mi vida (geográfica y metafóricamente hablando) que los conocidos han dejado de serlo con el tiempo.

Conocí a P en el trabajo. Entró a sustituir a una compañera que iba a dar a luz próximamente. Las dos fumábamos, y no había mucha más gente que fumase en la oficina, así que salíamos juntas a fumar. Hablábamos de mil tonterías y nos dábamos cuenta de que teníamos mucho más en común de lo que nadie podría pensar al vernos. Al poco tiempo, nos entendíamos con muy pocas palabras. Teníamos conversaciones de esas de:
- Sabes lo que odio? que ...
- Yo también, tía. Me revienta.
O:
- No te encanta tal actor, a pesar de que no es especialmente guapo?
- Ya te digo! No entiendo porqué, pero me pone muchísimo.

Almas gemelas, vamos.

Solo nos veíamos en la oficina. No íbamos juntas a tomar café ni a comer, solo a fumar.

La compañera a la que ella sustituía volvió, y ella se fue. Y poco después yo también dejé el trabajo. De hecho, nos hicieron la despedida a las dos juntas.

Después de eso, intentamos quedar algunas veces con los antiguos compañeros, pero los horarios para comer no eran muy compatibles. Siempre decíamos que teníamos que quedar un fin de semana para tomar algo, pero nadie movía el tema. Al final, quedamos las dos un domingo por la mañana, en mi pueblo, para tomar los potes y los pintxos típicos de un domingo por la mañana en mi pueblo. Era enero del 2006. Ya habían pasado 6 meses desde que dejamos de trabajar juntas.

Aquel día nos lo pasamos genial. Fue como si nunca hubiésemos dejado de hablar a diario.

Empezamos a escribirnos emails a todas horas, quedábamos para comer casi todas las semanas, al menos una vez al mes yo me iba a dormir a su casa y nos pegábamos una noche de chicas hablando de todo y de nada. Tenemos la misma opinión sobre casi todos los temas que hemos sacado en estos años. Solo tenemos diferencias de opinión en cuanto a política y en otro tema que ha supuesto la única "discusión" que hemos tenido jamás.

Las dos estábamos buscando un cambio de curro y nos animábamos mutuamente.

Vivió toda mi historia cuando conocí a Harry.

Luego yo me mudé a Galicia y ella también cambió de curro. Los emails empezaron a ser más escasos por falta de infraestructura. Pero seguíamos hablando por teléfono cuando pasaba algo gordo y también había llamadas sin motivo, para saber cómo iba todo.

Una vez que fuimos a Bilbao de vacaciones por Navidad, nos quedamos en su piso, porque ella y su novio se iban a pasar la Nochevieja fuera.

Se vino a Coruña un fin de semana para acompañarme a comprar mi vestido de novia.

La segunda llamada que hice para contar que estaba embarazada fue a ella.

Vino a mi boda y pronunció el brindis del banquete.

Con el tiempo, cada vez hablábamos menos por teléfono. Cuando he ido a Bilbao de vacaciones he tenido que cuadrar mis planes para poder verla, porque no disponía de mucho tiempo para dedicarme. Y sin embargo, siempre que hemos hablado la conversación ha sido como siempre. De todo y de nada. Nos entendemos perfectamente.

Hace poco, por teléfono, adiviné que le estaba pasando algo sin que me lo contase. Ella lo negó y cambió de tema. Unos minutos después me volvió a llamar para reconocer que yo tenía razón, sorprendida de que pueda leer en ella sin verla siquiera. Ha pasado una mala racha y yo he intentado estar ahí pero sin agobiarla, sé lo mucho que le fastidian las intromisiones no solicitadas.

Estas últimas vacaciones no he podido verla. Ya he contado que no ha sido completamente culpa suya. Lo dejamos para los últimos días y luego se cruzaron mil cosas y al final no cuadró.

Tiene la dirección del blog pero nunca ha mencionado nada, así que supongo que no entra. O puede que sí. Si lo lees, P, quiero que sepas que te echo de menos. Y que una de las cosas que menos me gustan de vivir aquí es que no estás tú.

martes, 12 de julio de 2011

Libros (III)

Ha sido una mala racha de libros prestados. Lo que significa que he leído poco. Cuando los libros no me gustan pero no tengo nada esperando en la estantería, en vez de dejarlos (que es lo que debería hacer) los voy leyendo muy poco a poco, hasta que los acabo y digo "por fin". Es ridículo, no debería hacerlo, pero es lo que hago. Prefiero leer un libro que no me gusta a no leer nada. Aunque sea un ratillo antes de dormir, necesito leer.

Bueno, aquí están, pocos y (la mayoría) cobardes. Aviso desde ya que el último es el mejor:

El sueño del androide, de John Scalzi
Tenía todos los ingredientes para gustarme. Ciencia ficción. Acción. Humor negro y un poco absurdo. Y casi me gusta. Casi.

El problema principal del libro es que hay una cantidad abrumadora de personajes con nombres fácilmente intercambiables, especialmente para mí que soy un asco recordando nombres. Me hubiese venido bien un glosario de personajes. Seguro que con eso hubiese conseguido gustarme. Bueno, posiblemente. Pero nunca lo sabremos.

Como no tenía glosario, me pasaba el tiempo buscando en las páginas anteriores quién coño era este o el otro, si era de los buenos o de los malos. Muchos cambiaban de bando y el contexto me liaba, pensaba que era uno de los malos porque estaba intrigando para matar a los prota, y resulta que era uno que creía bueno pero que no lo era. Un despropósito.

El club de los viernes + El club de los viernes se reune de nuevo, de Kate Jacobs
No quería leerlos, pero no tenía alternativa. Era esto o la serie del Sexo Cavernario. Entonces leí la crítica de Pétalo y me dije que mejor malo por conocer.

La historia es sencilla: mujeres que se juntan para hacer calceta. Cada una de su padre y de su madre. No tienen nada en común: ni edad, ni estado civil, ni nivel económico, ni nada. Realmente se juntan para tener compañía, en esa ciudad inhumana que es Nueva York.

Se supone que el personaje central es la dueña de la tienda de lanas. Que es toda una valiente, madre soltera, empresaria emprendedora... Pues tampoco me parece para tanto, la verdad. Es que me cayó gorda desde el principio, porque la tía está obsesionada por sus (malos) pelos, se tiene por una mujer con poco estilo, no demasiado guapa y tal. Pero el resto de personajes admiran sus maravillosos rizos, su estilo favorecedor y su preciosa cara. Y ella no se da cuenta. Una cosa es que te veas fea a pesar de que todo el mundo te diga que no lo eres. Eso es un complejo injustificado, todos tenemos los nuestros. Pero la prota se ve fea y no se da cuenta de que todo el mundo piensa lo contrario. Es estúpidamente modesta. Eso para mí es taaaan odiable.

El caso es que las mujeres del libro tienen sus problemillas, pero van tirando gracias al apoyo de las amigas. Pero luego pasa algo realmente malo: la dueña se muere de cáncer de útero. Si la prota de un libro muere y no te da ninguna pena... mal, ¿no?

Entonces se acaba el primer libro y empieza el segundo.

En el segundo, las amigas de la difunta están muy afectadas por lo sucedido. Tanto que no resulta muy creíble. O la autora no sabe transmitirlo, no sé. Pero siguen adelante, afrontan sus vidas, evolucionan y se hacen mejores personas. Fin. No me acuerdo ni de cómo acaba, de lo poco que me importaban todas ellas.

Por cierto, hay una especie de casualidad ABSURDA porque la hermana desaparecida de una de ellas resulta que es la abuela del novio de otra. No me jodas. Ahí te has pasado 4 pueblos, Kate.

El nombre del viento, de Patrick Rothfuss
Libro de fantasía para frikis, que pueden leer también los no tan frikis. El primero de una trilogía, según dice la wiki, pero todavía solo se ha publicado uno.

Me ha gustado bastante, pero a mí me suelen gustar estos libros. Voy a decir algo que puede originar lapidación: me ha gustado mucho más que el Señor de los Anillos. Hala, ya lo he dicho.

“He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con Dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.
Me llamo Kvothe. Quizá hayas oído hablar de mí.”

El tal Kvothe cuenta su historia para que quede por escrito, y la empieza así. Como para ponerse cómodo y seguir leyendo.

En el primer libro cuenta su infancia y adolescencia. Primero vive con sus padres, feriantes. Luego es un vagabundo en una ciudad, la parte más dura, porque no es más que un niño y lo pasa fatal. Finalmente consigue entrar en la universidad y cuenta lo que le va pasando: hay aventura, hay chica, hay magia, hay amigos y enemigos. Esta parte fue la que más me gustó, estaba deseando tener un ratillo para coger el libro.




Ahora mismo estoy leyendo uno que no me está gustando nada. Y después tengo otros dos préstamos (no muy prometedores) esperando. Así que cuando tengo un ratillo, en vez de leer, cojo el móvil y miro a ver qué se cuece en twitter. Un horror.

lunes, 11 de julio de 2011

Centenario

Esta es la entrada número 100 del blog. Han pasado poco más de 600 días desde que escribí la primera. Eso significa que hay, de media, una entrada cada 6 días. Pero no es cierto, porque tuve el blog abandonado durante muchos meses, casi 300 días. Es decir, el blog ha estado operativo solo la mitad del tiempo, menos de un año. 100 entradas en menos de un año es mucho más de lo que esperaba escribir cuando lo empecé. Pero tenerlo parado 10 meses también es mucho más de lo que esperaba cuando lo empecé.

La verdad es que si tengo tiempo en el curro, escribo bastante. Si no tengo tiempo en el curro, soy incapaz de sacar tiempo para escribir. Yo tardo bastante en escribir las entradas. El tema lo perfilo mentalmente, pero no lo escribo hasta que empiezo a teclear. Y reescribo, borro, edito, reordeno, corrijo mil veces antes de publicar. Cuando le doy a publicar empiezo a plantearme que es un truño. Le doy vueltas y más vueltas pensando lo que tenía que haber escrito. Cuando lo leo un par de días después pienso que tampoco está tan mal. Cuando lo leo meses después ni reconozco lo que he escrito.

Gracias a todos los que os habéis pasado por aquí y habéis leído. Gracias a todos los que habéis dejado algún comentario. Gracias a todos los que escribís un blog y me dejáis leerlo.

Gracias.

viernes, 8 de julio de 2011

Depresión posvacacional 2011

Desde la última entrada han pasado muchas cosas, la principal que estuve de vacaciones en mi pueblo, otra vez. El año pasado ya hubo un post contando que había estado y pidiendo disculpas por no actualizar más a menudo. No hemos cambiado mucho desde entonces, por lo visto. Este año Harry tampoco ha podido cogerse vacaciones, así que me he ido yo sola con el Peque, otra vez. Resumiendo mucho, aquí van los titulares de las vacaciones:

  • Mi hermana me hizo un (segundo) regalo de cumpleaños cojonudo: a pesar de que ya había visto dos veces “Hoy no me puedo levantar” me regaló una entrada para verla en el Euskalduna y se vino conmigo. Yo todavía no había podido verla, ni en Bilbao, ni en Coruña. Sé que algunos me apedrearán por decirlo pero Mecano fue, sin duda, la banda sonora de mi adolescencia. El primer disco (vinillo) que me compré fue de Mecano. Este tema se merece su propia entrada. De hecho, podría hacer una entrada con cada canción de Mecano y crear una etiqueta. Puede que lo haga. Entonces podréis tirarme piedras, ladrillos y hasta escupitajos.

  • Aproveché para ir de compras yo solita, sin el Peque. Hacía tanto tiempo que no lo hacía que reconozco que me decepcionó la experiencia: ¿siempre ha sido así de complicado? ¿O es que en los últimos años las tiendas han decidido ponerlo más difícil? ¿Qué puto criterio siguen para desperdigar las prendas por la tienda? No ponen juntos todos los pantalones, ni siquiera los agrupan por modelo o por color. Parece que la ropa se ha distribuido siguiendo el mismo patrón que las letras en el teclado: lo más difícil posible para que tengas que recorrerte tooooda la tienda buscando pantalones negros de una talla concreta. Se me ocurrió comprar sujetadores y perdí las cervicales descolgando perchitas minúsculas que estaban a una altura totalmente absurda para encontrar las etiquetas correctas con la talla, que venía en el formato de 80 países distintos. Un puto infierno. Mi idea era comprar 2 sujetadores de cada color y me llevé uno que, una vez en casa, me di cuenta de que tampoco me estaba muy bien. Cada vez que pienso que tengo que comprarme más sujetadores me acuerdo y me duele el cuello. Ay.

  • Tuve una experiencia de lo más increíble en el Eroski de mi pueblo, por culpa de los códigos de barra. Acabó bien. De hecho, tengo que decir que la atención al cliente fue estupenda. Tanto que igual escribo una entrada para compensar todas las veces que he contado mis cabreos con este tipo de cosas.

  • Fuimos a Cabárceno con el Peque y fue increíble. Le encantan los animales y lo pasó genial. Yo ya había estado tres veces antes y estoy pensando en volver cada año. Si no lo conocéis, hacedme caso y visitadlo.

  • El día 1 de Julio, como todos los años, volvimos a sacar a la Virgen de la Guía de su urna y la paseamos un poco por la ría y por el pueblo, para que viese un poco de mundo. Luego la volvimos a encerrar hasta el año que viene, no sea que tenga un desliz y deje de ser virgen y nos quedemos sin fiesta.

  • A pesar de haber estado allí toda la semana, no pude ver a mi mejor amiga. Y me ha jodido mucho. No toda la culpa es de ella, pero no puedo evitar estar dolida. No voy a ahondar más en el tema, de momento.

Y para acabar, el momento deprimente tras las vacaciones: tengo el blog abandonado. En el curro vuelvo a estar más que liada. En casa no puedo estar más de 5 minutos seguidos a mi bola. Por eso utilizo más el Twitter que el blog: puedo escribir algo en el curro en un ratillo, mientras voy y vengo del coche, aprovechando que el Peque está viendo otra vez Cars o justo antes de meterme en la cama. Aunque hay días que ni eso. Me he propuesto dedicarle un tiempo fijo todas las semanas, qué sé yo, los domingos de 9 a 10 o algo así, pero viendo lo que pasó el año pasado, no me creo a mí misma, así que no voy a mentiros a vosotros. Haré lo que pueda.



PD: empiezan las fiestas del Carmen, así que aprovecho para felicitar a todos los que rinden tributo a la Virgen del Mar, especialmente a los aldeanos de Santurtzi y los macarrillas de Barakaldo.