viernes, 6 de noviembre de 2009

Como el agua del vino

Yo vivía en Portugalete, un municipio de Bizkaia que apenas tiene 3 kilómetros cuadrados y en la que nos apretábamos (pero sin rozarnos mucho, que somos vascos) más de 48.000 personas. Más de 15.000 habitantes por kilómetro cuadrado. No es para tanto, no te creas, en los noventa éramos más de 55.000. El precio disparatado de los pisos hizo que muchos se mudasen a otros municipios. También hizo que se prodigasen los "hijos de más de 30 años que viven en casa de sus padres". Hay montones de ellos.



Ahora vivo en Gaitabilich, un pueblo de la Costa de la Muerte (provincia de Coruña, por si no lo sabías - yo tampoco lo sabía hace unos años) que tiene 125 kilómetros cuadrados de extensión y sólo 11.000 habitantes. Haz la cuenta: menos de 90 habitantes por kilómetro cuadrado. Hay sitio de sobra. Sitio para vivir, incluso sin rozarse ... ¡y para aparcar!



En Portugalete hay metro, tren de cercanías, y más de 15 líneas de autobuses regulares. Y si tienes la suerte de aparcar cerca de casa te pasas días intentando no utilizar el coche si no es altamente imprescindible e indispensable. Porque esa potra no la vas a tener dos veces en el mismo año.



Cuando miro por la ventana de mi piso de Gaitabilich veo algunas casas unifamiliares, un par de bloques de pisos, plantaciones de maíz como para rodar pelis de miedo y muuucho verde. Cuando miraba por la ventana de mi piso de Portugalete veía el diseño de las cortinas del piso que tenía enfrente, a pocos metros. Si miraba hacia abajo veía una calle de dirección única en la que la dirección era nula, porque siempre había coches aparcados en doble fila que te impedían circular.



En Portugalete hay decenas de bares y cafeterías donde tomarte un café o una cerveza un lunes cualquiera. Algunos en esa misma calle de dirección nula. En la mayoría de locales de Gaitabilich que abren los lunes yo sería la única mujer aparte de la camarera, y también la persona más joven (camarera incluida). Otro tema es el finde, que me han dicho que en Gaitabilich hay mucha marcha, pero aún no he tenido el placer de comprobarlo. Eso sí, por el precio de un café en Portugalete, en Gaitabilich puedo tomarme una cerveza, y me regalan un pintxo. Por el precio de un pintxo en Portugalete... no, no me llegaría para comer en Gaitabilich, tampoco nos pasemos.



Me mudé a Galicia hace más de 2 años. Casi todas las semanas hay algún momento en el que pienso: "esto es totalmente distinto". Si además tenemos en cuenta que en estos 2 años me he casado, he tenido un hijo, he vivido en dos pisos distintos, he comprado una finca y he empezado a construir una casa... las anécdotas son numerosas.



En muchas ocasiones las diferencias entre Portugalete y Gaitabilich son sólo eso, diferencias. Las cosas son diferentes sin ser mejores ni peores. Pero también hay veces, sobre todo en las ocasiones en las que he tenido que hacer gestiones administrativas (ayuntamientos, proveedores de agua, luz, teléfono... y la joya de la corona: el Sergas!) en que echo de menos mi antiguo hogar, pienso que esto debe pertenecer a otro plano astral y que nunca me voy a acostumbrar. Y hay veces (menos llamativas, pero abundantes) en las que reconozco que he ganado en eso que llaman "calidad de vida".



Hoy caminaba el trecho que hay desde el sitio donde normalmente aparco el coche y la oficina (unos 15 minutos a pie, Coruña tiene problemas de aparcamiento semejantes a los de Portugalete) y a mi izquierda estaba la playa de Riazor. El mar estaba enfadado. Mi hermano que es "surfeiro" sabría decirte cuántos metros medían las olas. Yo sólo sé que daban miedo. Y que molaba. Molaba mucho.

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