viernes, 15 de enero de 2010

Frío, frío

Hemos estado dos semanas fuera de casa y Harry desenchufó todos los radiadores antes de salir. Yo no lo hubiese hecho. Yo los hubiese programado al mínimo. Pero Harry economiza y yo soy una derrochona.

En estas dos semanas ha hecho un frío del carallo. En la habitación del Peque había 11 grados cuando volvimos. La fruta que nos olvidamos en el frutero, esa que yo esperaba encontrar llena de moho, estaba toda lozana.

En el piso donde vivimos (de alquiler) los radiadores son por acumulación. Una mierda de sistema, la verdad. Sólo cogen calor por la noche (cuando se supone que tienes contratada una tarifa más barata) y lo sueltan por el día. Llegamos a las seis de la tarde a casa y hasta las diez no se iban a encender. Y no empezarían a soltar calor de verdad hasta el día siguiente a las doce del mediodía. De todas formas, tengo que decir que tampoco calientan mucho. Sospecho que el casero no les puso dentro los ladrillos que acumulan el calor. Harry dice que el día menos pensado los abre para comprobarlo. Pero será eso, el día menos pensado. Vamos, que no espero que lo haga antes de que nos mudemos.

Tuvimos que enchufar un par de estufas eléctricas a toda potencia, lo que hacía que saltase el interruptor ese que en mi casa siempre se llamó "el de Iberduero". Después de dos días la temperatura no llega a 18º. Es habitable pero sólo si te abrigas.

No sé si realmente hemos ahorrado pasta, pero yo creo que hay cosas que no se pagan con la Mastercard.

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