lunes, 14 de diciembre de 2009

De estreno

El viernes recogimos el coche nuevo en el concesionario. Es un coche de 7 plazas, como corresponde a una familia del tamaño de la nuestra, que además recibe muchos visitantes que no traen el coche propio.

Nos ha costado decidirnos pero al final parece que no nos hemos equivocado. Está bien el coche, aunque todavía no le hemos encontrado el botón para que salga agua por el limpiaparabrisas. Pero bueno, que en el manual (más gordo que Los Pilares de la Tierra) debe explicar cómo se hace. Será cuestión de leerlo. De momento hemos desactivado un montón de cosas que pitaban en el momento más insospechado y nos ponía nerviosos.

Estamos haciendo prácticas de meterlo y sacarlo del garaje. Es el primer garaje que veo en el que la puerta se cierra cuando un coche está en el medio. La puerta homicida ya nos ha dado un golpe. Hemos hablado con el administrador, el del seguro, los vecinos... Que esta semana corrigen el tema para que no se cierre a los 3 segundos de abrirse. Hasta entonces, el coche se tiene que quedar en la calle porque no tengo ganas de seguir golpeándolo. Hoy no llovía, así que no ha sido tan malo.

Incluso he podido aparcar en batería en Coruña, algo que no sucedía desde hace tiempo.

Vamos, que venía yo hasta la oficina la mar de contenta con mi coche nuevo.

Y entonces ha sucedido.

Oigo el mítico prom-prom-prom a mi izquierda. Y eso que tenía los auriculares de mi iPod en el fondo de mis orejas. Pero ese sonido supera todos los filtros. Espero a que pase mi posición y entonces miro.

Una Monster roja.

Prom-prom-prom. Sonido Ducati.

Lo conduce una tía, que ni siquiera lleva ropa de moto como es debido, incluso lleva un bolso colgadito del hombro. Con el frío que hace hoy (8 grados).

Encima del depósito, un número de móvil.

Ay. Si está en venta. Con lo difícil que es encontrar una Monster de segunda mano.

Mi mano se apresura hacia el compartimento de mi bolso donde guardo el móvil.

Me paro. No puedo comprarme moto ahora. Acabo de estrenar coche.

Dudo. La Ducati sigue sonando.

Prom-prom-prom.

Mi semáforo se pone verde. ¿Qué hago?

Me alejo. Mi mano todavía encima del móvil. Vuelvo la cabeza. Ya no puedo distinguir el número de móvil escrito encima del depósito.

Ay.

¿Os he contado que he estrenado coche? Estaba yo más contenta...

2 comentarios:

sardinero dijo...

Vaya primita, desconocia esa faceta tuya por las motos.
Si es que desde que te has ido por esas tierras, no hay quien te reconozca.

Izaskun dijo...

Primito, lo mío de las motos empezó cuando todavía vivía en aquellas tierras :-) Aunque lo cierto es que empezó "por culpa" de un gallego