martes, 19 de julio de 2011

Códigos de barras

Lunes, Eroski del centro comercial de mi pueblo.
Voy de compras con mis padres. Ellos hacen la mega compra mensual. Yo voy a por un par de tonterías. Llevamos al Peque, así tiene más emoción.

Encuentro un cojín de esos que sirven para ponerles a los niños en el coche y que no parezca que se van a dislocar el cuello. Una almohada cervical, se llama.



Sé que los cuellos no se dislocan. Pero cuando miro por el retrovisor y le veo la postura que tiene cuando se queda dormido, parece que vaya a tener tortícolis. El cojín en cuestión cuesta 15€, así que lo meto en un carro, porque mis padres llevan dos y me han dejado una esquinita en uno de ellos.

Un buen rato después, yo he comprado cuatro tonterías y mis padres han llenado los dos carros.

Llegamos a la caja. Delante nuestro hay una señora con un carro lleno. Que se da cuenta de que no ha pesado los langostinos. Y se va a pesarlos mientras la cajera aprovecha la circunstancia para explicarle a una compañera que tomaba notas cómo se hace para dejar un ticket abierto y cobrar el siguiente.

La compañera novata tenía ya una edad, y yo empiezo a imaginar porqué está aprendiendo a ser cajera. Será que era cajera del Carrefour y ahora se ha ido al Eroski y solo tiene que aprender las cosas que sean distintas. Será que por fin ha echado de casa a sus hijos (todos ellos cumplieron 30 hace años) y ha decidido volver a ser cajera, lo que era antes de casarse, cuando las cajas registradoras eran otra cosa. Será que lleva muchos años siendo charcutera del Eroski y la han reciclado a cajera. Que será, será.

La cajera va cobrando las cosas de mis padres. Y se da cuenta de que solo han cogido un bote de mahonesa, pero ahora hay una oferta 2x1 y claro, falta el segundo bote. Mi padre corre raudo a por otro bote de mahonesa. Es un decir, porque sigue usando muletas desde la operación del pie.

La señora de los langostinos vuelve, pero la cajera le dice que tiene que esperar a que acabe con mis padres.

Vuelve mi padre con la mahonesa, pagan todo. Pienso que ahora que ya solo les queda un hijo en casa siguen gastando en el súper tanto como antes.

La cajera acaba de cobrar a la señora de los langostinos. Me toca, me toca, me toca.

La cajera va pasando mis artículos, casi todos de textil. Yo los meto en una bolsa. Me dice cuánto es pero, como siempre, ni la escucho, le doy todas las tarjetas (la de pagar, la de los puntos, el dni) y firmo el ticket.

Nos vamos.

En el coche pruebo el cojín. Al Peque no le gusta pero pienso que se le pasará.

Al llegar a casa abro el paquete de pijamas de verano del Peque y veo que son para 3 meses. Qué bien. Debía estar drogada cuando los compré.

Martes, Eroski del centro comercial de otro pueblo.
Aprovecho que estoy en un centro comercial que tiene Eroski para devolver los pijamas que no le valen al Peque. Cuando miro el ticket me doy cuenta de que pone "COJÍN LACTANCIA, 49€". Estoy un rato mirándolo hasta que lo proceso y pienso... esto está mal.

Definitivamente, debía estar drogada.

Miércoles, casapadres.
He encontrado el cojín en el coche, pero venía en una bolsa de plástico transparente con cremallera y la bolsa no aparece. Busco por todos lados y sigue sin aparecer. Teniendo en cuenta que hemos traído tantas cosas que Harry pensó que le abandonábamos para siempre, es normal que no lo encuentre. Al final aparece metida dentro de una maleta que debería haber estado vacía. En fin.

Jueves, Eroski del centro comercial de mi pueblo.
Tengo el cojín dentro de su bolsa y el ticket. Hemos hecho un viajecillo y el Peque no quería ni ver el cojín. En vez de reclamar el dinero, empiezo a pensar que sería mejor devolver el puto cojín, pero la bolsa está un poco arrugadilla y se nota. Bueno, a ver si cuela. Me acerco al mostrador de atención al cliente.
- Hola, buenas tardes. Es que verás, compré esto el lunes y en el ticket pone que cuesta 49 y yo creía que costaba 15 y no lo entiendo muy bien.
- Ah, sí, espera, que comprobamos.
Le pasa el lector de código de barras al cojín. El código de barras está en un cartón dentro de la bolsa de plástico.
- Pues me dice "COJÍN CERVICAL, 15€". Qué raro.
- Bueno, será que ya habéis corregido el error. ¿No puedes consultar si el lunes tenía otro precio?
- Yo no, pero espera que llamo a una compañera y lo mira.
Llama por teléfono a una compañera que se persona a mi lado.
- Hola, buenas tardes. A ver, ¿es este el cojín? ¿Y el ticket? Ah, vale, un segundo.
Habla por teléfono, me mira, parece un poco mosca.
- Es que... en este ticket no sale el código de barras de este cojín, sino un código de barras de un cojín de lactancia que cuesta 49€.
- Eso quiere decir que no compré este cojín, sino otro. Vaya, pues no puedo demostrarte lo contrario, claro, pero es muy raro.
Yo notaba que mis mejillas enrojecían por momentos. Con las pruebas delante, parecía que yo estuviese intentando estafar a Eroski, comprando un artículo de 49€ y devolviendo uno de 15. Y cuando más me explicaba menos creíble sonaba todo.

La buena mujer, que no había cambiado el tono amable en ningún momento, pululaba con el teléfono por la zona mientras yo empezaba a entrar en un bucle neurótico. Junto al dichoso cojín había un papelito en el que la buena mujer habían apuntado el código de barras que aparecía en mi ticket. De repente, vi la luz: el cojín tenía una etiqueta de tela con un código de barras. Uno distinto del que estaba impreso en el cartón de la bolsa. Y coincidía con el del papelito. El fabricante había puesto dos códigos distintos en el mismo artículo, y la cajera había pasado el código de barras equivocado. El fabricante debía estar drogado.

Aclarado todo el asunto, la buena mujer me explicó que iban a devolverme el dinero igualmente, aunque no hubiésemos encontrado el problema. Pero puesto que era evidente que no era culpa mía, me obsequiaron con varias muestras de cereales y me pidieron disculpas. Los cereales estaban muy ricos, al Peque le han gustado tanto que ha aprendido una palabra nueva: PIC (=chocapic).

Así que tengo que decir, por una vez, que algunos servicios de atención al cliente funcionan estupendamente bien. Y eso me reconforta muchísimo.

4 comentarios:

Lo que diga el espantapájaros dijo...

Bueno, funcionaron bien porque encontraste el otro código de barras que si no... no sé yo. Yo, en caso de no poder demostrarlo, habría acudido a las cámaras de seguridad! Jajaja, sí que debías de estar drogada, qué bueno lo de los pijamas de 3 meses!

Bruja Naranja dijo...

Espantapájaros: me dijeron que me hubiesen devuelto el dinero igualmente. Nunca sabremos si era verdad, pero tengo que decir que en ningún momento me trataron como si mintiese. Y eso que yo misma me oía y me sonaba todo fatal!

eva- escorts madrid dijo...

El tema de devoluciones me da un piedo que pa que. Siempre piensas que te van a mirar con cara de policia malo, como si hubieses cometido un desfalco pero en ocasiones es tan sencillo como decir lo que pasó sin más pero damos tantas explicaciones que parece otra cosa. No es lo normal que el servicio de atención al cliente funcione tan bien. EN worten on line son tan cutres que mi te contestan ni te dan explicaciones.

Bruja Naranja dijo...

eva-scorts madrid: jo, yo también soy tan cutre que ni te contestaba. Perdona! :-)
Tienes razón, a veces damos tantas explicaciones que parecemos culpables. A mí me pasa continuamente. Empiezo a justificarme y entro en un bucle de razonamientos que cada minuto que pasa se parecen más a excusas, hasta que ni yo misma me creo. Un horror.