viernes, 19 de febrero de 2010

Tenemos que hablar

Cuando nos conocimos ni tú ni yo estábamos buscando nada duradero. Molaba estar juntos, nos reíamos un montón, podíamos hablar de cualquier cosa y el sexo estaba pero que muy bien. Ninguno pensaba que esto fuese a durar, quizás por ese mismo motivo resultaba tan fácil. No había silencios incómodos. No nos sentíamos obligados a quedar más a menudo de lo que a ambos nos apetecía y nos venía bien. Podíamos hablar de nuestro pasado sin celos, sin mentiras. Podíamos hablar del futuro sin que los planes tuviesen que converger.

De hecho, ha sido tan fácil, tan cómodo, tan agradable que ... me he acostumbrado. Y no quiero que se acabe. Porque este rollo sin compromiso, esta amistad con derecho a roce, es la mejor relación que he tenido en mi vida. Porque algunos días las risas contigo son lo único que me anima. Porque algunas cosas te las quiero contar a tí antes que a nadie. Porque puedo imaginarme no acostarme con nadie más el resto de mi vida sin deprimirme.

No te estoy pidiendo garantías. Nadie puede dar garantías. No te estoy preguntando si esto va a funcionar. Te estoy preguntando si quieres intentarlo.

Si yo no fuese como soy, no te lo preguntaría.

No voy a jugar a hacerme la difícil. Y tampoco puedo seguir así, confiando en que quizás algún día tú sientas lo mismo. Porque si esto sigue adelante yo cada día estaré más pillada contigo. Porque cuanto más dure, más difícil será para mí cuando se acabe. Y si tú no sientes lo mismo, si estás seguro de que esto no puede funcionar como relación, es mejor que lo dejemos ahora. No puedo mentirte.

Si tú no fueses como eres, no te lo preguntaría.

Sé que no me dirás que quieres intentarlo sólo por no perder lo que tienes ahora. No vas a jugar conmigo. No quieres hacerme daño si puedes evitarlo. Y sabes que seguir así me hará daño. Sé que serás sincero, no me mentirás.

Si yo no fuese como soy, tú no estarías interesado.
Si tú no fueses como eres, yo no estaría interesada.


No hay comentarios: