jueves, 4 de marzo de 2010

Desayuno sin diamantes

La crisis la hemos notado todos, por lo visto no se ha librado ni la jet-set. Me he dado cuenta, por ejemplo, de que la gente ya no desayuna en los bares.

Un efecto colateral de este cambio es que el supermercado que hay cerca de mi oficina está petado a primera hora de la mañana. Hay muchísima gente que compra para llevarse al trabajo (algo de fruta, galletas, bebida). La señora que suele estar en caja a esa hora no quiere morir de un infarto, se toma las cosas con mucha calma. La cola no tiene fin. Se montan unas trifulcas de miedo cuando alguien quiere pasar primero porque solo lleva un artículo (yo también llevo sólo uno y aquí estoy esperando; sí, sí, todos tenemos que ir a trabajar, a ver si te piensas que yo me levanto a estas horas para ver amanecer; etc, etc).

No sé, estoy empezando a pensar que sería mejor traerme las cosas de casa.



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