martes, 22 de junio de 2010

Casio

Cuando tenía unos 12 años, pedí un despertador para mi cumpleaños. No me gustaba que me despertase mi madre. De hecho, sigo sin gustarme que me despierte una persona humana.
El Peque ha dicho que le da igual, que lo de tener hijos no era obligatorio, que lo cogí como optativa y que ahora tengo que fastidiarme. Haber elegido muerte.

Aquel primer despertador era analógico, una cosa rara porque se plegaba sobre sí mismo y cuando estaba cerrado parecía una cajita de joyería, de esas que existían
antiguamente antes, que no eran de plástico chungo. Se suponía que era un despertador de viaje.
Es alucinante, metes despertador de viaje en google imágenes y te salen cientos parecidos al mío. Os pego aquí una foto para los que no pudieron votar en los noventa.

Pero yo siempre he tenido el sueño ligero y el tic-tac de las agujas me molestaba. Así que pedí que, para la próxima, fuese un despertador digital.
El Peque dice que eso del sueño ligero es mentira, que a veces le cuesta varios minutos despertarme con sus berridos.

Me regalaron un Casio. Parecido a este (de hecho, creo que mi padre aún tiene uno como el de la foto):


Un puntazo para la época. Tenía una cosa que se llamaba SNZ que hacía que el bicho sonase cada 5 minutos, como cuando te despierta tu madre pero sin ir subiendo el volumen.

Como compartía cuarto con mi hermana, procuraba no abusar de esta nueva y pintoresca funcionalidad. Apenas lo dejaba sonar 4 veces como mucho. Mi hermana no tenía el sueño tan ligero como el mío y apenas se quejaba (3 veces como mucho).
Ya sé que se llama snoozer y que ahora lo tienen todos, y que incluso puedes decirle si tiene que sonar cada 5 ó cada 15, pero es que hablo de la prehistoria tecnológica, queridos lectores.

Este despertador estuvo conmigo durante el BUP, el COU y la universidad. Me acompañó también en todos mis viajes. Vino al viaje de estudios del instituto y a los primeros viajes que hice con las amigas.
No salía de casa sin él. ¿Cómo si no iba a despertarme a tiempo de coger el autobús de vuelta, si salía a la intempestiva hora de las cuatro de la tarde?

Me despertó mi primer día de trabajo. Me acompañó a Alemania cuando emigré. Tiene marcas de dientes de mi perro porque en aquel piso no tenía mesilla y tenía que ponerlo en el suelo.

Volvimos otra vez a casa de mis padres, a torturar a mi hermana. Cuando me mudé a mi propio piso vino conmigo y siguió siendo mi fiel despertador.

Cuando decidí emigrar de nuevo, esta vez hacia el sol poniente, me acompañó. Qué remedio le quedaba, claro.

Ahora que el Peque ha empezado a caminar, una de sus primeras víctimas ha sido mi Casio. Lo tiró al suelo con tan mala suerte que en la pantallita digital apareció una mancha negra. La mancha se ha ido extendiendo como en una película de terror. Ahora ya no se ven las letritas SNZ. Sigue funcionando, pero me temo que no va a vivir mucho más.
No debería dejar en la mesilla ningún objeto que aprecie, eso lo saben todas las (buenas) madres. Si no aprendí el día que tiró el frasco de aceite, no es culpa suya.

En todo este tiempo (unos 25 años) creo que le habré cambiado de pilas unas cinco veces, como mucho. No cuento con que llegue a cambiarlas otra vez. Pero sé (porque lo he intentado) que no volveré a encontrar un despertador igual, con el nivel justo de volumen para despertarme sin sacar al monstruo que hay en mí.

Se acercan tiempos difíciles para los que me ven por las mañanas.

4 comentarios:

Lo que diga el espantapájaros dijo...

Te acompaño en el sentimiento. Debe de ser duro. Qué fuerte eso de viajar con despertador... ya no lo recordaba! Yo también lo hice en alguno de mis primeros viajes, pero ahora, al leerte, se me ha hecho muy raro.
Yo tengo uno al que le tengo un cariño parecido, aunque es un yogurín al lado del tuyo. Unos 8 años de ná! Y también llegó a mí porque no soportaba el tic-tac (estuve años metiéndo el despertador en el cajón cuando me iba a dormir).
Ánimo!

Izaskun dijo...

Gracias por los ánimos, maja. Se nos ha olvidado lo que eran los tiempos pre-móvil, ¿verdad? :D

Sonix dijo...

Jo, en cierto modo me da envidia, yo nunca he tenido un aparatico que me haya acompañado en tanto... creo que puede que no le quede mucho, o sí, quizás si le cambias la función y lo dejas en alguna parte como simple reloj viva más y puedas seguir disfrutando de él como un souvenir de tu pasado!
Vaya trote le has dado!
Por cierto, tengo que comprarme uno, ahora utilizo el móvil y eso debe ser malísimo, uf.
Besos!

Izaskun dijo...

Sonix: a mí me da mal rollo tener el móvil en la mesilla, puede que sea una bobada pero prefiero evitarlo. Harry, sin embargo, duerme con el móvil a 20cm de su cabeza, pero se aleja del microondas todo lo que puede.
Suerte con la búsqueda del despertador perfecto, no te creas que es fácil. Si te interesa, hay algunos Casio de segunda mano en venta, que los descubrí buscando las fotos del post :D