miércoles, 9 de junio de 2010

No hay dolor

Tengo la espalda hecha un asco. Hasta una persona que no sepa nada del tema lo nota si me pasa la mano por encima cuando estoy tumbada boca abajo. Si lo hace una persona que sabe algo del tema siempre me dice: "pero ¿no te duele?". La respuesta es que sí, que duele. Pero mi umbral del dolor es un poco raro (ya hablaré otro día de eso) y lo voy llevando.

Cuando iba al colegio jugaba al baloncesto. Mi madre me vio correr en un partido, pensó que tenía unos "andares raros" y me llevó al médico. Le dijeron que eran manías suyas (literal).

Cuando empecé la universidad, los dolores de espalda eran continuos y cada vez más fuertes. El médico de toda la vida me decía "si es que no te sientas como es debido", "si es que llevas demasiados libros en la bolsa", "si es que vas encogida porque tienes complejo de tener el pecho muy grande". Me recetaba una pomadita y se quedaba tan ancho.

Una de las veces que fui (a renovar la receta de la pomada) el médico de toda la vida estaba de vacaciones. La sustituta me mandó quitarme la ropa de cintura para arriba y agacharme. Me recorrió la columna con un dedo y me mandó hacer placas. Tenía una escoliosis, provocada porque tenía una pierna más corta que otra. ¿No había notado nadie que "andaba raro"? Sí. Y yo había notado que para que las tetas me quedasen a la misma altura, tenía que recogerme mucho más un tirante del sujetador que el otro. Pero, joder, nadie es perfectamente simétrico, ¿no?

Ya vivía resignada a sufrir de la espalda, porque la escoliosis no se cura. Como la sinusitis, que también me diagnosticaron siendo una cría.

Años después, viviendo en otro país, me dijeron que no tenía sinusitis y que la escoliosis era mínima. De hecho, ya no tenía que tunear los sujetadores para usar camisetas con rayas horizontales. Me curé de dos males crónicos e incurables. O bien tengo poderes, o me diagnosticaron mal.

Aunque con el tiempo tuve algún episodio de lumbago (lo normal en los informáticos) no sufría demasiado de la espalda. Hasta que hace unos años tuve un pequeñísimo accidente de coche. Tan pequeño que el coche quedó como si tal cosa. Pero yo me hice una contractura en la espalda tan aparatosa que se notaba a simple vista.

Como el accidente fue in itinere (osea, en horas de trabajo) me lo cubrió la mutua. Y en ese momento fue cuando entré en el maravilloso mundo de los fisioterapeutas.

Si habéis ido a varios fisioterapeutas distintos, sabréis que hay dos tipos:
- Fisioterapeuta tipo A (de Amable): sigue la máxima de "no lo rompas más de lo que ya está". Te da masajes suaves que te relajan. Los músculos contracturados cuando se relajan duelen menos. Sales de las sesiones relajado y feliz. Sabes que esa sensación no va a durar mucho, pero mola pasar unas horas sin dolor.

- Fisioterapeuta tipo B (de Bestia): su opinión es más del tipo "para hacer una tortilla hay que romper algunos huevos". Te mete los dedos en el músculo hasta que se hace daño (al menos eso me gusta pensar a mí, que él también sufre). Te hace gritar, te resbalan lágrimas por la cara, quieres que pare y que todo acabe. Sales de las sesiones mareado, te tiemblan las piernas, si tienes que coger le coche para ir a casa te acojonas porque parece que vas pedo. Esa noche apenas puedes acostarte, no encuentras una postura en la que no duela. Al día siguiente duele, pero cuando te acuestas por la noche notas que ha parado el dolor, y el bultito duro que te salía en la espalda y que era pura masa muscular agarrotada ya no está.

Yo he tenido ya varios fisios de ambos tipos. Ayer empecé una nueva tanda de sesiones porque a mi contractura habitual se ha sumado otra en los hombros, fruto del estrés. Y mi nueva fisio es del tipo B. Hoy tengo cita de nuevo y ya me he levantado acojonada.

4 comentarios:

Gonzalo Viveiró Ruiz dijo...

To tuve una rehabilitación larga de una lesión más bien gorda. Sólo conocí el fisio tipo B, pero muy B.
Eso si reconozco que me dejó mejor de lo que todos esperábamos...

Izaskun dijo...

Sí, todos los fisios "famosos" son del tipo B. Dicen que son los que curan de verdad. Pero mientras estoy en sus manos los minutos pasan taaaaan lentamente!

Esthertxu dijo...

Yo también tengo escoliosis. De cría, me harté a llevar alza en el zapato izquierdo, hasta que llegué a la pubertad y pudo más la estética que la ciencia. Dónde iba yo con ese zapatronco y mis amigas tan monas??? Ni hablar. Así que supongo que me habré cargado todo lo que arreglé en esos años. No lo sé, porque no pienso volver a hacerme una placa en mi vida, salvo fuerza mayor o de muy viejita...
Que se joda la escoliosis!!!
Un saludete!

Izaskun dijo...

Esthertxu: eso, eso, que se joda :D